¿Qué eres?

El camino de regreso a su hostal fue una marcha silenciosa y pesada. Violeta, Lila, Ivy y Margarita estaban sucias y agotadas, agobiadas por los eventos de la noche.

Cuando llegaron a su casa, no estaban solas. Grupos de estudiantes todavía merodeaban en el área común, sus conversaciones ociosas se extinguieron en el segundo en que avistaron a las cuatro chicas.

Violeta sintió sus miradas caer sobre ellas como buitres atraídos por carroña fresca. Sin embargo, nadie se atrevió a hablar. Mejor para ellos. Violeta no estaba de humor para tolerar las tonterías de nadie.

Su sangre aún estaba caliente, y si alguien respiraba de forma equivocada, no le importaría romper una o dos narices para poner el ejemplo.

Los estudiantes debieron haber sentido la energía asesina que irradiaba de ella porque, como presas impulsadas por el instinto, instintivamente se apartaron, abriéndose como el Mar Rojo para permitir el paso de ella y sus compañeras de cuarto.