—¡Imposible!
—¡Dame una bofetada!
—¡De ninguna manera!
Las tres chicas gritaron al unísono, sus voces superponiéndose en shock, incredulidad y puro asombro.
El pulso de Violeta retumbaba en sus oídos. Su instinto le había dicho desde el principio que algo andaba mal con Lila, pero nada la había preparado para esto. ¿Lila? ¿Una hada? Era alucinante.
—¡Esto es una locura! —exclamó Margarita—. Casi arrancándose el propio cabello como si eso ayudara a su inteligente cerebro a procesar la situación.
—¡Esto no debería ser posible! ¡Las hadas no existen! No son más que historias de las clases de mitología pero aquí estás, parada frente a nosotras... en carne y hueso... —Se interrumpió, tocando tentativamente a Lila en la cara.
En el momento en que sus dedos tocaron la piel de Lila, ella jadeó. —¡Mierda! ¡Eres real!
Los ojos de Lila brillaban con diversión.