—Lo siento, pero no puedo decírtelo —contestó Lila, provocando que tanto Margarita como Ivy se quejaran de decepción. Aunque Violeta ya había hecho las paces con la idea de que ella no era la elegida, la verdad aún dolía más de lo que le gustaba admitir.
—¿Por qué nos cuentas todo eso si no vas a revelar la identidad de la princesa? —Ivy se lamentó—. ¡No me va bien con el suspenso!
—No entiendes la situación aquí —le dijo Lila con un tono grave—. Hay personas que quieren a la princesa muerta. El hecho de que ya sepas sobre la Princesa Hada desaparecida ya es suficiente para convertirte en un objetivo.
Ivy y Margarita se tensaron, intercambiando miradas inquietas. Parecía que el asunto no era tan simple como habían pensado.
Violeta quería mantener la boca cerrada, pero no podía descansar, no hasta confirmar lo que necesitaba saber.
—Entonces... ¿no soy la princesa? —finalmente preguntó.