Sentir acerca de Lucille

Violeta podría haberle dado la bienvenida educadamente y ofrecido una silla, pero en este momento, Alaric sentía que estaba sentado sobre brasas ardientes. Las chicas lo rodeaban, ocupando posiciones en varias esquinas de la sala y lanzándole miradas asesinas. Y un momento, ¿acaba de ver un destello de metal?

Las cejas de Alaric se fruncieron cuando vio a la compañera de cuarto rubia de pelo corto con un cuchillo de mesa en la mano, que acariciaba de manera ominosa mientras le lanzaba esa mirada inquietante. Tal vez no debería haber venido aquí. Tal vez debería haber acorralado a Violeta antes de la clase y haber ofrecido una disculpa pública, incluso si el drama de Román prácticamente había robado el protagonismo del día.

Violeta debió haber sentido la tensión incómoda en el aire porque dijo:

—Chicas, ¿les importa?

—Nos importa —respondieron las tres al unísono.