Natalia se mantuvo fiel a su palabra. Para cuando Violeta y las demás regresaron a la cabaña, ya había un paquete esperándolas.
Lo llevaron adentro y lo abrieron, encontrando no solo uno, sino dos dispositivos de grabación que eran tan pequeños y sofisticados que Violeta sabía que nunca podría haber adquirido un modelo así en el mercado abierto. Si los escondían correctamente, nadie se daría cuenta de que estaban ahí a menos que mirara muy de cerca.
—Lo plantaré en su habitación mañana después de que se vaya a la escuela —ofreció Lila de inmediato—. Usaré mi habilidad para ocultarme. Ni siquiera una sombra notará que entro o salgo de su habitación.
—Guiaré a Lila lo suficiente para asegurar que tengamos la mejor vista —contribuyó Margarita, sonriendo.
Y así, su plan para el día siguiente quedó sellado. Tendrían su momento, y sería perfecto.