Lo Siento No Cura Cicatrices

Violeta se aseguró de terminar todo su jugo antes de dejar el vaso en la bandeja. Observó de reojo cómo Alaric hacía lo mismo, vaciando su vaso y colocándolo junto al de ella.

Luego Violeta se giró hacia Lila, cuya mirada ardiente no había disminuido ni un poco, y dijo:

—¿Ves? ¿Lo tomó? Ahora, ¿podrías darnos algo de privacidad?

Estaba prácticamente suplicando en este punto.

Con un resoplido de autosatisfacción, Lila se acercó y cargó la bandeja con más fuerza de la necesaria, su berrinche evidente al salir sin cuidado, cerrando la puerta de un portazo tras de ella.

Una vez que la puerta se cerró, Alaric se volvió hacia ella y dijo:

—¿Cómo lidias siquiera con ella?

—Lila es muy agradable. Además, es así contigo. Todas lo son. Realmente me lastimaste, Alaric.

De inmediato, la culpa volvió, y Alaric dijo con la cabeza baja de vergüenza:

—Lo sé, y lo siento. Nunca volverá a suceder. Lo juré sobre mi vida.