El plan de Violeta era simple. Una vez que las tres horas hubieran pasado, se colaría en su cama y se acurrucaría junto a Alaric, durmiendo a su lado. Cuando él se despertara por la mañana sin apenas recordar lo que había pasado, ella inventaría una historia adecuada para cubrirlo. Él no sospecharía nada. Ella se aseguraría de eso. Así que todos se sentaron en los asientos de la sala de estar, viendo algunos videos en sus teléfonos y charlando entre ellos solo para evitar quedarse dormidos. Tan pronto como las tres horas pasaron, Lila felizmente recuperó el papel blanco, que curiosamente se había vuelto de un marrón desgastado, como si su esencia —o la mala suerte que poseía— hubiera sido eliminada.
—Sinceramente, no apoyo esto, pero si tú lo dices —dijo Lila sobre su idea de compartir la cama con Alaric Tormenta. Luego le dio un beso en la mejilla a Violeta y le dio las buenas noches.