Asher y Nancy se dirigieron al exterior del edificio donde encontraron un banco y se sentaron. Había un silencio incómodo entre ellos. Nancy no tenía idea de lo que el chico quería hablar, y para ser honesta, su corazón ya estaba acelerado por la anticipación de malas noticias.
Asher Belladona abrió la boca para hablar, pero las palabras se atascaron en sus labios, así que su boca simplemente se movía sin que saliera sonido alguno.
—¿Va a pasarle algo malo a Ezra? —preguntó Nancy, intuyendo que ese debía ser el problema.
—¿Qué? —Asher estaba atónito, luego bajó la mirada a sus manos en su regazo y notó la forma en que las jugueteaba nerviosamente. Por supuesto, Nancy no era estúpida; sabía que Henry tenía algo que ver con el llamado de Ezra.
—No. No le pasará nada malo a Ezra.
—¿Asher? —Nancy le desafió a no mentirle.
Él le dijo: