—¿Por qué no puedes dormir conmigo? —Violeta estaba de pie ahora, caminando hacia él.
—No, por favor detente. —Asher la detuvo tan pronto como se acercó—. No te acerques más.
Violeta frunció el ceño. —No entiendo. ¿Por qué no quieres dormir conmigo? —Tragó—. ¿Es mi cuerpo? ¿Hay algo mal con él? ¿Algo que no te gusta? ¿O es que ya no me quieres?
—Joder. Mierda. No eres tú. Soy yo.
—¿De qué estás hablando? —Violeta estaba preocupada ahora. Si no era ella, sino él, entonces…
Sus ojos se abrieron de par en par. —Por casualidad, ¿tienes problemas de desempeño?
—¿Qué?
La mirada de Violeta recorrió su cuerpo. —Pero eso no tiene sentido. No eres pequeño ni algo así. —Su rostro se ruborizó—. Y no tienes problemas para levantarte tampoco. ¿O es que no puedes liberar?
Asher se quedó pasmado por un momento, luego gimió. —No. No es eso.
Se pasó las manos por la cara, luego la miró con dolor en los ojos. —Estuviste en mi cabeza la última vez. ¿Recuerdas?