Mientras tanto, en la Academia Lunaris, la atmósfera en la oficina de la Directora Jameson era un absoluto caos. Los teléfonos sonaban sin parar y el olor a café fuerte y miedo se aferraba al aire.
Cuatro miembros del personal estaban sentados encorvados en escritorios alrededor de la sala, gestionando llamadas, escribiendo furiosamente y ladrando a los receptores. Todos hablaban unos sobre otros, con actualizaciones lanzándose como disparos rápidos.
—No, señora, el video ya ha sido eliminado de la mayoría de las plataformas importantes —sí, el equipo legal de la escuela está trabajando en el resto.
—El Sr. Avax quiere una confirmación de que su hija no está siendo arrastrada por esto.
—No, no podemos confirmar quién lo filtró. Eso es confidencial.
Mientras tanto, en el centro de la conmoción, la Directora Meredith Jameson se encontraba de pie en su escritorio, una mano presionada contra su sien, la otra sujetando su teléfono como si fuera una bomba a punto de explotar.