El Altar Y El Sacrificio

Asher se levantó de la silla, un brazo rodeando la cintura de Violeta, mientras el otro sostenía la parte posterior de su cabeza con cuidado. Sus bocas colisionaron de nuevo, más fuerte, más necesitado, sin nada educado al respecto ahora. Los dientes chocaron y sus lenguas se enredaron entre sí, el calor crepitando entre ellos como un incendio forestal.

Violeta envolvió sus piernas alrededor de sus caderas instintivamente, jadeando en su boca mientras su espalda golpeaba suavemente contra la pared, las cadenas doradas detrás de ella tintineando.

Las manos de Asher recorrieron su cuerpo con hambre. Sujetó sus muslos, su trasero, sus dedos hundiéndose en la suave curva con intención de dejar marcas.

—Me vuelves loco —gruñó contra sus labios.

—Bien —susurró ella, sin aliento—. Solo estoy comenzando.