Solo

—Finalmente estás despierto.

Esas fueron las primeras palabras que Asher Belladona escuchó cuando sus ojos se abrieron. Se giró hacia un lado y vio a su padre sentado al lado de la cama, con una expresión profundamente divertida en su rostro.

—Estaba empezando a pensar que dormirías por la eternidad —dijo Henry—. Habría resuelto la mayoría de mis problemas considerando que has sido un verdadero dolor en mi trasero últimamente. Pero, por desgracia, todavía necesito un heredero, y no estoy exactamente de humor para empezar de nuevo con otro que sólo me traicionará al final.

Asher no respondió. En cambio, desvió su mirada por la habitación. Estaba en el hospital otra vez. El constante bip de un monitor de corazón resonaba molesto en sus oídos y su cuerpo dolía como el infierno. Si esto era lo que se sentía estar vivo, entonces tal vez estar muerto no habría sido tan malo.

No. No podía pensar así. Le había prometido a su reina púrpura una vida entera.