Calmar una tormenta

Esta era una situación realmente incómoda. Griffin todavía estaba en su modo bestia, lo que significaba que casi había ocupado todo el espacio en el asiento trasero. Violeta no tuvo más remedio que sentarse en el regazo de Román. ¿No era esto increíble?

No era sorprendente que Violeta sintiera algo que la empujaba por detrás. Miró por encima de su hombro.

—Tiene vida propia —dijo Román con vergüenza.

Violeta negó con la cabeza con total incredulidad y luego se giró de nuevo con una sonrisa. Sin embargo, sus ojos se conectaron con los de Asher a través del espejo retrovisor, y la risa murió de inmediato. Asher apartó la vista, y eso se sintió como una puñalada en su pecho.

Asher era el que conducía y no había hablado una palabra con ellos. Violeta no sabía cómo iniciar una conversación con él. Estaba enfadado con ella, no había duda de eso.

Reconociendo la tensión entre ellos, Román aprovechó la oportunidad para hablar. —Oye, ¿cómo nos encontraste?