Lentamente el brillo que cubría el Emblema Divino comenzó a atenuarse hasta ser débil y sutil. Notando este cambio, la mayoría de fieles comenzó a respirar entrecortadamente luego de cesar su júbilo anterior.
El líder del culto inclinó por última vez la cabeza ante emblema en señal de devoción antes de volverse hacia sus hermanos.
"El Niño Divino retrajo su mirada, pero su presencia sigue allí, más viva que nunca en los rincones del Plano Material."
"Nuestro gran momento está por llegar, hermanos," dijo entre dientes, con reverencia en cada palabra.
Ante el asentimiento en silencio de los fieles, sus ojos recorrieron la cámara y se movió para pararse en el centro del numeroso grupo.
Oculta en la oscuridad de su capucha, cierta mujer se mordió el labio con nerviosismo antes de levantar temblorosamente la mano.
Habló solo después del asentimiento silencioso del líder.
"Líder, el Niño Divino está cada vez más cerca de volver a emerger, pero..." dudó, temerosa de que sus palabras no fueran bien recibidas por su líder y sus hermanos. "La Madre Santa sigue interponiéndose en nuestro camino hacia nuestra esperada reunión con Él."
La tensión se apoderó del grupo, algunas cabezas asintieron en acuerdo, otros se miraron entre si mientras que el líder fruncía su expresión con disgusto al escuchar su mención. Las opiniones sobre la Madre Santa eran variadas, algunos la compadecían por su cuidado hacia el Niño Divino, otros la resentían por sus constantes intromisiones en sus caminos y otros la odiaban a muerte por cegar al Niño Divino y hacerlo vivir en una burbuja.
Pero sin importar lo que cada quien pensara, todos coincidían en lo mismo.
"A la Madre Santa se le podría considerar un pequeño obstáculo" respondió, y la mujer se atragantó con su saliva. "El destino de la desvergonzada será finalmente decidido cuando el momento llegue."
Los ojos de los fieles brillaron dentro de la intimidad de sus capuchas.
"Al final, es solo una humana." La voz del líder era fría y despectiva. "Su hambre de poder siempre los supera, y sé cómo aprovechar eso."
***
"¿¡Qué!?"
Cassia azotó sus manos contra el mostrador, haciendo temblar al recepcionista mundano.
Su solicitud para avanzar había sido aceptada, ¿por qué estaba tan molesta?
"C-Como le dije, tras varias pruebas y tras considerar sus contribuciones recientes, el Consejo de la Corona aprobó su solicitud", respondió con voz temblorosa.
El recepcionista se hundió en su asiento, con desespero por desaparecer ante la escrutiñadora y gélida mirada de Cassia White.
"¿¡Varias pruebas!? ¡Acabo de hacer la solicitud ayer por la noche!"
El recepcionista se atraganto, atender a alguien tan hermosa y enojada no era bueno para su salud.
"S-Señorita... yo solo me encargó de dar notificaciones..."
Cassia resopló, no sabía porque estaba tan molesta, en cualquier otra ocasión esto hubiera sido una bendición, pero ahora se veía mal por todos lados. Quizás se veía así porque había esperado que la solicitud tomara meses en ser aceptada y planeaba aprovechar ese tiempo para calmar las cosas con Noah, quien parecía cada vez más inquieto.
Pero su solicitud fue aceptada al día siguiente de presentarla.
Ignorando la creciente sensación de inquietud en su pecho para abrir paso a la pregunta que asolaba su mente, inclinó la cabeza sobre el mostrador, haciendo que su largo cabello se derramara sobre su rostro como una cortina oscura.
"¿Ahora qué voy a hacer?"
El recepcionista se debatía si responder o no, pero la curiosidad venció el miedo.
"Bueno... ahora solo debe preparase y... ¿esperar?"
Cassia resopló con fuerza, un sonido nada elegante que no iba acorde con su hermosa y etérea figura.
"No te preguntaba a ti, mundano."
Tales palabras fueron como una daga a su corazón, teniendo que resistir el impulso de ponerse de rodillas y llorar. Aunque en este momento no quería más que despedir a la mujer y terminar con este dulce calvario, aún tenía cosas que decirle.
Tomó un momento para recuperarse del dolor y reunir el valor suficiente para volver a hablar.
"El Consejero de Cobre la estará esperando en la habitación..." el recepcionista hizo una pausa, como tratando de recordar algo en concreto. "Siete-Cuatro."
Cassia levantó la mirada, su aguda y penetrante mirada azul se clavó en él. Ante su pregunta silenciosa, no tuvo de otra que desarrollar.
"O-Orientación, usted y el grupo con los demás aspirantes partirán en unos días al destino donde se celebra la prueba de Ascensión."
Los murmullos de la gente que esperaba en fila no eran suficientes para romper el silencio incómodo entre la dama y el infortunado recepcionista.
Cassia entrecerró los ojos con un sentimiento extraño arremolinándose en lo profundo de sus heladas pupilas, tras lo que pareció una eternidad de escrutinio a las expresiones del hombre frente a ella, dio un paso atrás y se alejó con indiferencia del mostrador.
Al verla alejarse con su calmado y excepcional paso lento, el recepcionista y sus compañeros soltaron un suspiro colectivo de alivio, no pudieron evitar alegrarse de no formar parte del personal que debía hacer la orientación de los aspirantes.
Por otro lado, quienes esperaban en la fila no pudieron evitar darle una última mirada a la esbelta figura. Los murmullos la siguieron y los suspiros acompañaron su partida. Muchos eran celos de no poder ser ella, otros eran asombrados por su belleza.
Cassia, acostumbrada a las miradas siguió caminando, con la mirada fija en el frente mientras trataba de calmar a su corazón que martillaba en su pecho, pero no le servía de nada.
"No es tiempo para dudar."
Con esa idea, apretó los labios en una fina línea y siguió caminando.
Al llegar a la habitación indicada, Cassia no se molestó en tocar y abrió directamente la puerta, después de todo se suponía que la esperaban.
La puerta se abrió con un suave empujón, revelando la silenciosa habitación.
Una gran mesa de madera oscura se encontraba en el centro de esta y al final de esta se encontraba un hombre de edad avanzada, vestido con las ropas típicas de los Consejeros rodeado de varios aspirantes como Cassia. El silencio prevalecía en la habitación, hasta que el hombre habló.
"Madam White..." La voz del Consejero era rasposa y suave, no sonaba vieja, pero tampoco joven. "Por favor, tome asiento."
Las miradas de los demás aspirantes se dirigieron rápidamente hacia Cassia, cada una con un distinto matriz, pero ella no se molestó en ponerles atención ni registrar sus rostros, en su lugar buscó el asiento más cercano.
El silencio volvió a reinar momentáneamente en la habitación, el Consejero comenzó a revolver algunos documentos que tenía sobre la tabla de la mesa, mientras que algunos de los aspirantes aprovecharon para murmurar entre sí. Cassia pudo percibir algunos murmullos con frases como "es todavía más bella en persona" y "la suerte de algunas personas".
Una vez sentada, Cassia pudo ver con claridad la mesa frente suya y al Consejero, quien no se demoró en silenciar el cuchicheo y comenzar a dar instrucciones.
"Como ya todos fueron notificados atreves de recepción, sus solicitudes para atravesar la Ascensión han sido aceptadas." Se detuvo un momento, dándoles a todos una mirada significativa. "Esto no solo significa que la Característica de sus respectivos Caminos les serán dados como en las Secuencias anteriores. La Ascensión es un paso pequeño, pero a su vez uno que los alejará cada vez más de lo que es un ser humano."
Las miradas de otros aspirantes pasaron de Cassia al Consejero, escuchando atentamente cada una de sus palabras, al parecer la Ascensión era un asunto importante para todos ellos.
"Sumado a eso, algunos de ustedes con Caminos más estrictos deberán celebrar un ritual especifico durante su Ascensión, mientras que otros podrán seguir consumiendo la Característica cruda como lo han hecho hasta ahora. Luego de haberla consumido, pasaran los siguientes días bajo vigilancia mientras asimilan el alcance de sus nuevos poderes y estabilizan sus estados mentales. Cuando todos estén listos y estables, partirán hacia la Tierra Hueca."
Un coro de preguntas y murmullos lo siguió, pero los silenció a todos con un gesto de su mano.
"El Centro de la Tierra, o la Tierra Hueca es, como muchos ya saben, la cuna de la humanidad. En ese lugar se guardan los tesoros más invaluables de la humanidad, tales como el Arca de Noé, Arca de la Alianza, La lanza de Longino, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Coloso de Rodas, y un sinfín de maravillas que el mundo moderno considera mitos o perdidas. Motivo por el cual la seguridad será mil veces más estricta de lo que nunca han visto."
Su mirada se agudizo y los atravesó a todos.
"Si uno de ustedes intenta alguna idiotez que ponga en peligro las relaciones entre Inglaterra y la Tierra Hueca serán exiliados en el acto y pasaran a ser prisioneros allí, donde solo Dios sabe lo que les harán."
Se oyó una risa burlona de uno de los participantes.
"¿Qué? ¿Tienen a un Santo como portero?"
Su declaración fue seguida por un coro de risas, haciendo que Cassia se hundiera por la vergüenza en su asiento.
Será un martirio ser vista con estos simios por los exaltados nativos de la Tierra Hueca.
"Sí", respondió el Consejero, su voz no contenía ni una gota de sarcasmo. "Los nativos allí nacen con Características equiparables a las de un Ascendido, por lo que llegar a la Santidad no es un problema para ellos. Es la zona con más Santos de la Tierra, por eso es un lugar de paz y de extrema neutralidad donde distintos países envían a sus Ascendidos para ser evaluados."
Las carcajadas cesaron en el acto y dejaron a los aspirantes boquiabiertos, algunos incluso palideciendo ante tal declaración. Incluso Cassia quedó ligeramente boquiabierta.
"Hmh, mi Noah es mejor."
Ella misma dio a luz y convivía diariamente con un Semidiós, uno puro que nació con Divinidad a diferencia de los Santos humanos que adquirieron la Divinidad de manera externa y no era nativa de su ser.
Ante su resoplido, todos, incluso el Consejero le dirigió una mirada de confusión.
¿Por qué sacaba el pecho esta mujer?
El Consejero se aclaró la garganta, llamando la atención de todos.
"Ya que parece que todos comprendieron lo que dije, continuemos."
***
Al terminar la orientación, Cassia junto a otros aspirantes y otros Ascendidos que supervisarían su Ascensión fueron guiados hacia las catacumbas debajo del Palacio.
El ambiente cálido y húmedo era de todo menos agradable, sumándole la tenue iluminación del lugar que hacia doler los ojos hacia que el lugar fuera prácticamente insoportable para muchos.
Cada uno fue llevado a una caverna distinta hasta que fue el turno de Cassia de quedarse.
La mujer la miró con una sonrisa cargada de fingida amabilidad mientras leía el expediente con su perfil completo.
"Cassia White, 33 años, sin pareja, un hijo de 17 años, lo tuviste bastante joven, ¿no?", bromeo mientras intentaba agudizar su mirada para divisar más del cuerpo de Cassia en esta bruma de humedad.
Cassia la observó sin gracia en sus hermosos rasgos, estaba hastiada de esta mujer, pero sabía que fuera quien fuera el encargado de su supervisión acabaría siguiendo la misma rutina de intentar coquetear con ella con bromas estúpidas.
"Bien, bien", suspiró antes de seguir leyendo. "Camino del Invierno, Despertada del Séptimo Escalón a punto de Ascender. Camino del Invierno, ¿eh? Eso es muy simple y no dice mucho, ¿a qué deidad pertenece de todas formas?"
Cassia la ignoró, su rostro impasible se endureció mediante su paciencia se agotaba.
"Es broma, es broma... bien, aquí." Señaló a la pequeña caja de madera cubierta de sellos de papel. "Aquí está la Característica Ascendida de tu Camino, y como no requiere ningún ritual especial, podrás consumirla cruda. Te recomiendo primero aclarar tu mente y relajar tu cuerpo antes de tomarla."
Su sonrisa brilló y envió maná a sus ojos para hacerlos brillar, dando un aspecto de seguridad.
"Cualquier cosa, es mi deber protegerte."
La mejilla de Cassia tembló mientras tomaba la caja y retiraba el primer selló. En el momento que lo hizo, una blancura pura brilló desde su interior y resonó con el Núcleo de Cassia.
Ley de la Convergencia.
La materia no se crea ni se destruye, solo se transforma.
Bajo este principio, la característica Ascendida se sintió atraída por el Núcleo de Cassia, el cual ya había asimilado tres Características, ansioso por volver a ser uno.
Cassia dudó por unos segundos entre si abrir o no la caja, sabiendo que en el momento en que la haga tendría que dar un gran paso, que, aunque prometedor, era sumamente aterrador.
Tuvo que recordarse porque lo hacía, por quien.
Por aquel niño que dependía de ella, incluso si después de esto tenían que separarse, Cassia confiaba en superar cualquier adversidad y volver con su hijo.
Debía hacerlo, por él y por ella, para ellos.
Para ser digna de estar a su lado y protegerlo.
Para ser digna de ser su madre.
Con renovada confianza, Cassia abrió la caja.