El día siguiente a las presentaciones llegó con un aire de expectación que se sentía en todo el campus. La escuela había anunciado que ese día tendría lugar el primer examen de habilidades generales, un desafío esencial para todos los estudiantes de primer año. Cada estudiante debía enfrentar una serie de pruebas que evaluarían sus habilidades académicas, físicas y de comportamiento en grupo. El rendimiento de cada uno se traduciría en recompensas, privilegios y, lo más importante, el ranking que determinaría la calidad de vida dentro de la preparatoria.
A primera hora de la mañana, los estudiantes de la clase 1-6 se reunieron en el aula para recibir las instrucciones del examen. La atmósfera era tensa, y la mayoría de los estudiantes se veían ansiosos. Kaede Tanaka, sentada en su lugar, apretaba los dedos de sus manos sobre la mesa, visiblemente nerviosa. A su lado, Takeshi Murata, el chico torpe e inseguro, no dejaba de mirar hacia la puerta, como si esperara que algo sucediera.
Yoge, sin embargo, estaba completamente tranquilo. Su rostro, como siempre, permanecía impasible, y no parecía afectado por la presión que los demás estudiantes sentían. Observaba el aula con desinterés, como si ya hubiera calculado todos los movimientos posibles y supiera exactamente lo que debía hacer.
El profesor Kenji Takamura, el encargado de las pruebas, entró al aula con una carpeta en las manos. Miró a los estudiantes con seriedad, dejando claro que esto no era un simple examen.
—Este es el primer desafío en la Preparatoria Kurohime. Su rendimiento aquí determinará cómo se les tratará en este internado, y las recompensas que recibirán. Los mejores estudiantes no solo ganarán un estipendio mensual, sino que también serán respetados por sus compañeros. Los que fracasen… tendrán que enfrentarse a consecuencias. —dijo, mirando a los estudiantes de la clase 1-6 con dureza.
Los murmullos comenzaron a aumentar entre los estudiantes. La presión era palpable, pero Yoge simplemente se quedó en silencio. Mientras los demás discutían sobre qué esperar del examen, él no hizo ni un solo movimiento. Parecía completamente seguro de sí mismo.
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La primera parte del examen consistía en una serie de preguntas académicas que abarcaban matemáticas, literatura, ciencias y otros temas que los estudiantes habían visto en los últimos años. Era una evaluación general diseñada para medir su inteligencia y conocimiento en diversas áreas.
Los estudiantes se sentaron frente a las mesas, tomando sus lápices y mirando la hoja de preguntas. Kaede suspiró nerviosamente, mientras Takeshi intentaba concentrarse. Yoge, en cambio, no parecía estar preocupado por las preguntas. Simplemente comenzó a leer las instrucciones con calma.
—Comiencen. —dijo el profesor Takamura, y todos comenzaron a escribir.
Kaede miró la primera pregunta, luego a Yoge, quien ya había comenzado a escribir con velocidad sorprendente. Aunque su expresión seguía siendo inexpresiva, su habilidad para resolver las preguntas parecía estar muy por encima de la media. En cambio, Kaede luchaba con las primeras preguntas y sentía que el tiempo se le escapaba.
Yoge no necesitaba correr para completar las respuestas. Él sabía cómo gestionar su tiempo perfectamente, lo que le permitía avanzar sin estrés. Mientras otros estudiantes comenzaban a mostrar signos de ansiedad, Yoge parecía estar en completa calma, resolviendo cada pregunta de forma meticulosa.
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La siguiente parte del examen era una prueba física el primero eran dos: una carrera de resistencia que pondría a prueba la capacidad atlética de los estudiantes. Aunque no era tan difícil, la idea de que su rendimiento pudiera ser evaluado públicamente hizo que muchos de los estudiantes se sintieran incómodos.
Kaede estaba aún más nerviosa que antes. Ella no se consideraba particularmente buena en deportes, pero, al igual que todos, debía cumplir con la prueba. Takeshi, con su torpeza habitual, parecía estar a punto de desmayarse antes de que siquiera comenzara la carrera.
Por otro lado, Yoge no mostró ni el más mínimo signo de estrés. Sabía que la prueba no tenía nada que ver con su fortaleza física, sino con su habilidad para manipular las circunstancias a su favor.
Cuando el profesor dio la señal para comenzar, los estudiantes salieron disparados, pero Yoge no se apresuró. Caminó con calma, observando a los demás mientras pasaban rápidamente frente a él. En lugar de gastar su energía, prefirió observar cuidadosamente a los que se estaban esforzando al máximo.
Al final de la carrera, Yoge llegó en un tiempo decente, pero no se destacó de manera extraordinaria. Kaede, por otro lado, se arrastró hasta la meta, agotada, pero logró terminar.
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La última parte del examen involucraba trabajar en equipos para resolver una serie de problemas prácticos. Los estudiantes debían formar equipos y colaborar para encontrar soluciones rápidas y eficientes. Esta sección evaluaba sus habilidades de trabajo en equipo, así como su capacidad para comunicarse y liderar.
Yoge, que no era especialmente bueno para trabajar en grupo, se acercó a Takeshi Murata y le susurró al oído:
—Tú lidera. Yo te ayudaré con las ideas.
Takeshi, confiado por la ayuda de Yoge, asumió el liderazgo del equipo, mientras Yoge se mantenía al margen, pero proporcionando ideas clave y estrategias. La interacción entre ellos fue suave y calculada, sin que Takeshi sospechara que estaba siendo utilizado.
Kaede, por otro lado, se encontró trabajando con Haruka Shimizu, la chica que ya mostraba señales de ser una rival para Yoge. Aunque al principio se sintió incómoda, Kaede se dio cuenta de que Haruka tenía habilidades de liderazgo impresionantes y podría ser una pieza clave en futuras interacciones.
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Al final del día, los estudiantes entregaron sus pruebas y los resultados serían anunciados al día siguiente. Las tensiones estaban altas, pero Yoge no parecía preocupado por los resultados. De hecho, estaba más interesado en observar a sus compañeros mientras se preparaban para el siguiente día.
Kaede, aunque agotada, no podía dejar de pensar en cómo Yoge había manejado el examen de manera tan fría y calculadora. Algo en él la intrigaba, pero no podía entender completamente lo que estaba haciendo. Por otro lado, Haruka Shimizu comenzó a notar a Yoge de manera más seria, y su actitud desafiante podría estar comenzando a formarse.
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La mañana siguiente, el aire en el campus de la Preparatoria Kurohime estaba cargado de tensión. Los estudiantes de la clase 1-6 se habían reunido en el aula, esperando ansiosamente los resultados de su primer gran examen. Las recompensas y las consecuencias de este desafío serían determinantes para su posición dentro de la escuela. Los murmullos entre los compañeros eran inevitables; algunos estaban confiados, otros inquietos. Yoge, como siempre, permanecía en completo silencio, su rostro inexpresivo, observando a su alrededor sin mostrar el más mínimo signo de nerviosismo.
Kaede Tanaka, todavía con la adrenalina del examen corriendo por sus venas, estaba particularmente nerviosa. Aunque había hecho lo mejor que pudo, no podía evitar sentir que su rendimiento no había sido suficiente. Su mente daba vueltas, pensando en lo que podría pasar si no obtenía buenos resultados. Se retorcía las manos, su ansiedad aumentando a medida que los minutos pasaban.
Takeshi Murata, por otro lado, parecía completamente derrotado. Su torpeza durante la carrera y su falta de habilidades de liderazgo en la parte de colaboración lo habían dejado con pocas esperanzas. Sin embargo, había confiado plenamente en las estrategias de Yoge, y aunque no entendía del todo lo que había hecho, sentía una extraña sensación de dependencia hacia él.
El profesor Kenji Takamura entró al aula con una expresión seria, como de costumbre. Llevaba una carpeta en las manos, con los resultados de todos los estudiantes, y el ambiente se tornó aún más pesado cuando los estudiantes se dieron cuenta de que era el momento.
—Bien, estudiantes. Los resultados del examen general han sido procesados. Les informaré sobre su rendimiento y lo que esto significa para ustedes dentro de la escuela —dijo el profesor, sin perder tiempo.
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Takamura comenzó a leer los nombres de los estudiantes, ordenados según sus puntuaciones. Los más altos recibieron elogios y premios, mientras que los más bajos recibieron una advertencia que indicaba que debían mejorar o enfrentar consecuencias graves. Aunque todos temían por los peores resultados, Yoge, indiferente como siempre, se limitaba a escuchar sin reaccionar.
— Yoge Hagame —anunció Takamura, y todos los ojos se volvieron hacia él. Aunque su nombre no había sido mencionado antes, Yoge se mantenía en silencio, sin cambiar su postura.
Yoge levantó la mano y escuchó con atención. Sabía que su posición no sería alta. Estaba en la clase 1-6, la más baja de todas, y sus habilidades académicas no sobresalían. Sin embargo, su inteligencia no era lo que importaba. Su habilidad para manipular la situación era lo que le daba ventaja.
— Has obtenido una puntuación de 72 puntos. —dijo Takamura sin mirarlo directamente. —Esto te coloca en la parte media baja de tu clase. Sin embargo, tu desempeño en el trabajo en equipo ha sido… aceptable. —Una ligera pausa. —No recibirás sanciones, pero tu situación no es favorable. A partir de ahora, tu nivel de privilegios será mínimo.
El resto de los estudiantes murmuraron entre ellos, y Kaede no pudo evitar sentir un alivio cuando escuchó que Yoge no había obtenido la puntuación más baja. En ese momento, le sorprendió que alguien tan aparentemente indiferente pudiera gestionar la evaluación con tal frialdad.
Yoge simplemente se inclinó ligeramente hacia adelante y volvió a su postura inicial. Su mirada permanecía fija en el profesor sin inmutarse, pero en su mente ya comenzaba a trazar el siguiente paso. Los resultados de este examen no iban a detenerlo. De hecho, estaba más cerca de lograr su objetivo de manipular las circunstancias a su favor.
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Cuando fue el turno de Kaede Tanaka, su nombre se mencionó después de un largo silencio. Todos esperaban que estuviera entre los más bajos debido a su evidente inseguridad y nerviosismo durante el examen.
— Kaede Tanaka, puntuación final: 58 puntos. —El profesor Takamura la observó con una ligera mirada de desaprobación. —Tu rendimiento en el examen académico no fue suficiente, y tu primer desempeño físico fue deficiente. El trabajo en equipo fue mejor, pero no basta para obtener una buena posición.
Kaede bajó la cabeza, roja de vergüenza, pero sintió un alivio al escuchar que no sería expulsada. A pesar de no estar entre los mejores, la escuela le daba una oportunidad más. A lo lejos, pudo ver a Yoge observándola con su mirada fría e inexpresiva, pero no podía discernir lo que pensaba.
Takeshi Murata, con su rendimiento mediocre, también recibió una puntuación baja: 52 puntos. El profesor no tardó en decirle que debía mejorar o enfrentarse a posibles consecuencias.
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Con los resultados en mano, la clase comenzó a dispersarse poco a poco. Kaede se quedó en su asiento, con la mente en blanco. Aunque no había sido expulsada, el miedo al fracaso seguía acechando. Ella sabía que en este tipo de escuelas, la competencia era feroz, y la mediocridad no tenía cabida.
Kaede levantó la vista y vio a Yoge caminando hacia la salida sin hacer el menor esfuerzo por ocultar su indiferencia. Esa actitud de él la enfurecía. ¿Cómo podía ser tan tranquilo después de un examen tan importante? Kaede no lo entendía.
En ese momento, la duda comenzó a asomar en su mente. ¿Qué era lo que Yoge realmente buscaba en este lugar? ¿Era simplemente un estudiante ordinario como él decía o había algo más detrás de su comportamiento y su aparente indiferencia?
Decidió que, para entenderlo, tendría que observarlo más de cerca. No sería fácil, pero Kaede estaba decidida a descubrirlo.
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El Sistema de Recompensas y Consecuencias
Esa misma tarde, Takamura les explicó cómo funcionaría el sistema de recompensas y consecuencias dentro de la preparatoria. Los estudiantes con mejores resultados, aquellos que lograran destacarse, recibirían un estipendio mensual, asignado según su rendimiento académico y en las pruebas físicas. Podrían usar ese dinero para comprar lo que desearan: comida, ropa, acceso a actividades extracurriculares, o incluso gastar libremente en el campus.
Los estudiantes con peores resultados, por el contrario, se verían obligados a compartir habitaciones menos cómodas, recibirían comida de menor calidad y tendrían menos acceso a actividades recreativas. Incluso podrían perder el derecho a usar el dinero ganado de otras maneras.
A pesar de todo, la realidad de los estudiantes era clara: para sobrevivir en este sistema, había que ser uno de los mejores.
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Mientras los demás pensaban en su futuro inmediato, Yoge ya estaba trazando su plan. Sabía que, a pesar de no estar en el top de su clase, tenía algo más importante a su favor: su habilidad para manipular a los demás.
En el fondo, Yoge no quería destacar por ser el mejor en los exámenes o las pruebas físicas. Lo que realmente le importaba era controlar el sistema que lo rodeaba. Ya había comenzado a identificar a aquellos que podía usar para que su vida fuera más fácil, y lo haría de forma sigilosa, sin levantar sospechas.
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