capitulo 4

La semana siguiente, el sol brillaba con fuerza sobre el campus de la Preparatoria Kurohime. Los estudiantes de primer año, ya acostumbrados a la presión que comenzaba a formarse en sus vidas, se reunieron para lo que sería su primer desafío físico en el nuevo semestre: la competencia de resistencia.

Yoge Hagame, como siempre, se encontraba en la parte trasera del grupo, observando a los demás con una mirada fría y calculadora. Aunque muchos de sus compañeros parecían estar llenos de adrenalina y ansiosos por demostrar sus habilidades, él solo se mantenía en silencio, su rostro inexpresivo. Sabía que esta competencia, aunque crucial para algunos, no significaba nada para él. No iba a destacar en esta prueba de resistencia, pero su verdadero objetivo era mucho más grande.

Kaede Tanaka, por otro lado, estaba visiblemente nerviosa. Aunque había sentido cierto alivio al saber que no sería expulsada, sabía que su posición en la clase 1-6 estaba en juego. Todos los ojos estaban sobre ella, como si su rendimiento en esta competencia determinara si tenía algún futuro en la preparatoria. La idea de perderla la llenaba de ansiedad, y aunque intentaba mantenerse calmada, sus manos temblaban ligeramente.

El profesor Takamura se paró frente a ellos, con su característica expresión seria. Su tono de voz no dejaba espacio para dudas.

— La segunda competencia de resistencia no solo evaluará su capacidad física, sino también su habilidad para trabajar en equipo. Recuerden que la colaboración es clave, ya que los resultados finales no solo dependerán de su rendimiento individual, sino también de cómo se coordinen con sus compañeros. ¡Demuestren lo que valen!

Tras su anuncio, los estudiantes fueron llevados a la pista de atletismo. Yoge caminó sin prisa, observando a su alrededor mientras los demás se alineaban para comenzar. A lo lejos, Kaede parecía estar con una expresión aún más tensa que antes. Takeshi Murata, como era de esperar, también se veía nervioso y torpe, moviéndose de un lado a otro sin saber exactamente qué hacer.

Con una señal de Takamura, la competencia comenzó. Los estudiantes debían completar una serie de circuitos de resistencia que involucraban carreras, saltos y obstáculos. Aunque la prueba no era extremadamente difícil, la presión de ser evaluado y la constante observación de los demás pesaba sobre todos.

Yoge no era especialmente ágil ni rápido. Su rendimiento físico era promedio, lo cual no lo sorprendía. La verdadera estrategia, para él, estaba en la manipulación. Observó detenidamente a sus compañeros mientras corrían, fijándose especialmente en aquellos que tenían el potencial de ser útiles para él más tarde.

Kaede Tanaka se lanzó a la pista con todo lo que tenía, aunque sus movimientos eran torpes y su respiración se volvía cada vez más pesada. El agotamiento comenzó a apoderarse de ella, pero lo que más le preocupaba era la idea de ser vista como débil frente a sus compañeros. La ansiedad de fracasar la perseguía mientras luchaba por mantener el ritmo.

Takeshi, por su parte, se mostró aún más torpe de lo esperado. En su intento por ganar algo de velocidad, tropezó con un obstáculo y cayó al suelo, levantando polvo en el aire. Un par de estudiantes se rieron de él, pero Yoge no mostró ningún tipo de emoción al respecto.

Pero entonces, algo llamó la atención de todos. Yoge, sin prisa, comenzó a tomar ventaja al observar meticulosamente la pista. Aunque no era el más rápido, sabía cómo moverse con precisión en los momentos adecuados. Como si todo estuviera calculado, se adelantó lentamente, eludiendo los obstáculos con una destreza que parecía más calculada que instintiva.

A medida que avanzaba, comenzó a tomar ventaja no solo por su agilidad, sino también por sus decisiones estratégicas. Se colocó detrás de Kaede, deliberadamente, y cuando ella parecía estar a punto de rendirse, se acercó.

— Kaede-san, ¿quieres llegar a la meta o te quedas atrás? —le susurró, sin mirar siquiera su rostro.

Kaede, sin entender del todo, reaccionó por instinto y aceleró su paso, aunque con cierto temor. Yoge había tocado un punto sensible en ella. El simple hecho de que él pudiera ser tan directo y calculador la impulsó a seguir adelante, aunque el miedo seguía atormentándola.

Takeshi, que había quedado atrás por su torpeza, se acercó con dificultad. Pero Yoge, sin siquiera mirarlo, le indicó que lo siguiera. A pesar de la falta de habilidades físicas de Takeshi, Yoge parecía estar guiando a los demás a un paso que no solo les permitiera sobrevivir la competencia, sino también obtener una mejor posición.

Cuando finalmente alcanzaron la meta, Yoge fue uno de los primeros en cruzarla. No fue porque fuera el más rápido, sino porque entendió cómo hacer que los demás trabajaran para lograr su objetivo. Kaede, aún agitada por la carrera, logró llegar cerca de él. Takeshi llegó un poco después, todavía recuperándose de su caída, pero feliz por haber superado sus propios límites.

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Con los resultados en mano, Takamura les hizo una última observación:

— Yoge Hagame, como era de esperar, logró un excelente resultado, no por su rapidez, sino por su capacidad para colaborar y hacer que los demás rindieran más. —dijo el profesor en voz alta, mirando a todos los estudiantes. — A pesar de no ser el más rápido físicamente, la forma en que guió a sus compañeros muestra que tiene una visión estratégica muy por encima de otros.

Kaede se sintió incómoda al escuchar el elogio hacia Yoge. No estaba segura si debía sentirse agradecida o inquieta.

— Kaede Tanaka, tu rendimiento fue aceptable, aunque hubo momentos en los que tu agotamiento te hizo perder tiempo. Aún así, lograste completar la carrera, lo cual no es malo. Debes trabajar en tu resistencia si quieres mejorar.

Kaede asintió con la cabeza, sintiendo una mezcla de frustración y alivio. Por lo menos no había sido expulsada.

Takeshi, aunque derrotado por su propia torpeza, también fue elogiado por haber completado la competencia, aunque con un desempeño mucho más bajo. El hecho de que no se hubiera rendido fue suficiente para evitar sanciones.

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Tras la competencia, Yoge se retiró rápidamente de la pista. Sabía que, aunque había ganado esta vez, no podía confiarse. El verdadero objetivo no era simplemente ganar la competencia, sino aprovechar las oportunidades que se le presentaban.

Se acercó a Kaede y Takeshi mientras caminaban hacia el edificio principal. Kaede miró a Yoge, aún con una expresión de duda en su rostro.

— Kaede, ¿te gustaría saber cómo ganar más fácilmente en estas pruebas? —preguntó Yoge, sin mirarla directamente, pero con una calma que la hizo sentirse desconcertada.

Kaede no sabía qué responder. Pero antes de que pudiera hacerlo, Yoge ya había comenzado a alejarse, con su mirada fija en el futuro.

— Takeshi, ¿quieres mejorar? —añadió, dirigiéndose a su amigo, que lo seguía en silencio. — Si sigues mis pasos, no habrá obstáculos que no podamos superar.

Takeshi asintió, aunque no entendía completamente lo que Yoge quería decir, pero sabía que, en este lugar, seguirlo podría ser la única forma de sobrevivir.

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Yoge había demostrado, una vez más, que el verdadero control no estaba en las habilidades físicas, sino en cómo usar a los demás para alcanzar los objetivos. La competencia de resistencia había sido solo otro escenario donde su astucia y estrategia se habían impuesto.

Kaede y Takeshi no lo sabían aún, pero este sería solo el comienzo. Yoge no solo iba a sobrevivir en la Preparatoria Kurohime; él tenía la intención de controlarlo todo.

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La competencia de resistencia había terminado, y mientras los estudiantes comenzaban a dispersarse, algunos conversando entre ellos sobre sus desempeños y otros aún recuperándose del esfuerzo físico, Haruka Shimizu permanecía observando en silencio desde un rincón apartado. Su rostro era serio, su mirada fija en el grupo de estudiantes que se dispersaba, pero no fue hasta que vio a Yoge Hagame alejarse tranquilamente, sin ningún signo de agotamiento, que algo dentro de ella despertó.

Haruka Shimizu no era como los demás. Su mente siempre estaba trabajando, evaluando, analizando cada detalle a su alrededor. Yoge, en particular, había llamado su atención de una manera que no podía ignorar. Mientras que otros compañeros de clase, como Kaede Tanaka y Takeshi Murata, exhibían sus emociones de forma más abierta, Yoge mantenía su rostro inexpresivo, como si no le importara lo que sucediera a su alrededor. Esto despertó una curiosidad en Haruka que nunca había sentido hacia nadie más.

"¿Quién es realmente Yoge Hagame?", pensó Haruka, frunciendo ligeramente el ceño. "No es normal... No puede ser solo un estudiante cualquiera."

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La tarde avanzaba lentamente, y después de que los estudiantes se dispersaron para regresar a sus habitaciones, Haruka decidió seguir a Yoge. Sin que él lo notara, lo observó caminar por los pasillos hasta llegar a uno de los edificios del campus, un lugar tranquilo donde algunos estudiantes pasaban el tiempo fuera de las actividades. Se encontraba en ese momento en la biblioteca, siempre en busca de respuestas para cualquier duda que tuviera.

Haruka sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso. No podía permitir que alguien como Yoge estuviera tan cerca de su radar sin entender quién era realmente. Aunque su reputación académica ya le daba algunas pistas sobre su habilidad para manipular situaciones, sentía que había algo más en él que no podía comprender completamente.

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Yoge, por otro lado, caminaba sin preocuparse por su entorno. Su vida había sido siempre una serie de cálculos y observaciones, pero algo en la atmósfera de la escuela Kurohime le decía que las reglas aquí eran diferentes. A pesar de su éxito en la competencia, sentía que debía permanecer en la sombra por un tiempo más. La clave para sobrevivir era mantener su bajo perfil.

Al pasar por una de las puertas, se detuvo cuando escuchó un ligero ruido a sus espaldas. Volteó con calma, viendo a Haruka Shimizu, quien lo observaba con una expresión que claramente no podía esconder la curiosidad.

— ¿Te interesa algo? —dijo Yoge, sin cambiar su tono ni su postura.

Haruka parpadeó sorprendida, como si no hubiera esperado que él la notara. Por un momento, hubo un silencio incómodo, pero ella no se dejó intimidar.

— Quería saber... —comenzó Haruka, sin quitarle la mirada—. ¿Por qué estás tan tranquilo? La segunda competencia de resistencia no fue fácil para muchos, pero tú... no mostraste ni una pizca de esfuerzo.

"¿Qué es lo que realmente sabes?" pensó Haruka, midiendo cada palabra antes de hablar.

Yoge la miró fijamente, su rostro impasible, como siempre. No era la primera vez que alguien se le acercaba con curiosidad, pero lo que lo hacía diferente en este caso era la presencia de Haruka. Era una persona muy observadora, y eso lo intrigaba.

— La competencia no fue nada importante para mí. —dijo Yoge con tono despreocupado—. Mi objetivo no era ganar, sino ayudar a otros a hacerlo.

Haruka frunció el ceño ligeramente, algo desconcertada por la simplicidad de la respuesta. No era común que alguien hablara de esa manera. ¿Ayudar a otros? ¿Qué quería decir con eso?

— ¿Y por qué ayudar a los demás? —preguntó, esta vez con más firmeza, como si estuviera buscando una verdad oculta.

Yoge sonrió de forma imperceptible, la más pequeña de las sonrisas, que desapareció tan rápido como apareció. Sabía que en este juego de apariencias, debía mantenerse lo más neutral posible. Responder directamente a sus preguntas sería un error.

— Porque eso es lo que me beneficia. —respondió, sin emoción alguna. — Todo tiene un propósito, y lo que tú no entiendes es que cada paso que tomas en este lugar tiene un impacto, ya sea bueno o malo.

Haruka lo observó en silencio, procesando sus palabras. Algo no encajaba, pero no podía encontrar exactamente qué. Ella sabía que Yoge no era un tonto, y su habilidad para manipular a los demás para que trabajaran a su favor no era algo que se pudiera pasar por alto. Sin embargo, había algo aún más intrigante: la calma con la que lo decía todo. Era como si todo estuviera bajo su control, como si él supiera más de lo que dejaba entrever.

— Así que, todo esto es parte de tu plan, ¿verdad? —dijo Haruka finalmente, como si lo hubiera descifrado. El ayudar a los demás, el que ellos se sientan agradecidos... todo está calculado.

Yoge la miró fijamente, sin una pizca de sorpresa en su rostro.

— Exacto. —respondió sin más, su tono ahora ligeramente más firme. — Todo en esta escuela es un juego, chimizu-san. Y yo soy muy bueno en los juegos.

Haruka se quedó en silencio un momento, absorbiendo sus palabras. "Este chico... no es como los demás. Tiene un objetivo claro, pero no puedo entender qué está buscando exactamente." Pensó, sintiendo una mezcla de fascinación y desconfianza. Sabía que en cuanto a inteligencia y astucia, Yoge no era alguien con quien pudiera relajarse.

Antes de que pudiera responder, Yoge ya se había dado vuelta y comenzado a caminar hacia las escaleras.

— Te veré más tarde. —fue lo último que dijo, y en su voz había algo que Haruka no pudo identificar: confianza, control, tal vez hasta indiferencia.

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Haruka Shimizu se quedó allí, mirando como Yoge se alejaba. Había tomado un paso más hacia entenderlo, pero aún sentía que algo se le escapaba. Su mente no podía dejar de dar vueltas a la conversación, y la idea de que Yoge estuviera tan controlado y sereno en un entorno tan impredecible solo aumentaba su interés. Haruka no lo sabía aún, pero ese encuentro sería solo el inicio de una relación tensa, pero vital para la historia que se desplegaría en la Preparatoria Kurohime.

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