capitulo 5

El día después de la segunda competencia de resistencia, Yoge Hagame caminaba por los pasillos de la preparatoria Kurohime con la misma calma de siempre. Su rostro inexpresivo no daba señales de su interior, donde las piezas de su juego seguían moviéndose en su mente. La escuela, llena de estudiantes nuevos y viejos, bullía con la anticipación del nuevo año académico y las pruebas que vendrían. Aunque para Yoge, todo parecía tan predecible como siempre.

Sin embargo, había algo que rompió la monotonía de su día. En un rincón del pasillo, Ayano Kazami estaba rodeada de un grupo de chicos y chicas, todos ellos admirándola como si fuera la estrella más brillante en un cielo oscuro. Kazami era conocida por su belleza y su habilidad para manipular a los demás con su fachada de amabilidad. Su apariencia encantadora hacía que muchos estudiantes la consideraran la "chica perfecta", el modelo a seguir, la que parecía tener todo bajo control.

Lo que los demás no veían, era que Kazami no era nada más que una arrogante manipuladora que usaba su atractivo para controlar a los demás, siempre sabiendo cómo ganarse el apoyo de los que la rodeaban sin mostrar jamás su verdadera naturaleza. Yoge, como siempre, observaba todo con la misma mirada distante y calculadora. Su atención pronto se centró en ella.

Kazami vio a Yoge al fondo, su expresión inexpresiva como siempre, pero lo que la sorprendió fue cómo parecía tan ajeno a la atención que estaba recibiendo. "¿Cómo es posible que alguien como él se mantenga tan distante?" pensó Kazami, antes de sonreír para sí misma. Tenía un plan en mente, y creía que podía atraparlo como a cualquier otro.

"Quizás si me acerco a él de la manera correcta..." pensó Kazami, dándose cuenta de que este chico no era como los demás. Quería saber qué lo hacía tan especial, y lo haría suyo de la forma que mejor conocía: utilizando sus encantos.

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Al día siguiente, durante el almuerzo, Kazami se acercó a Yoge, que estaba sentado solo en una mesa al fondo del comedor, como siempre. Había algo en su comportamiento que la intrigaba, algo que no podía controlar, y eso la impulsó a tomar la iniciativa.

— ¿Es aquí donde te gusta sentarte? —preguntó Kazami, con una sonrisa que parecía tan sincera, como si no hubiera un mal pensamiento en su cabeza. Se sentó en la silla frente a él, sin esperar invitación alguna.

Yoge levantó la vista, la miró un momento y luego volvió a mirar su bandeja de comida. No respondió de inmediato, lo que molestó ligeramente a Kazami, pero ella no mostró signos de incomodidad.

— Vaya, parece que no eres muy hablador, ¿verdad? —dijo ella, sus palabras suaves, pero cargadas de un tono de superioridad que sólo los más astutos podían detectar.

— No tengo nada que decir. —Yoge contestó sin cambiar su expresión.

Kazami frunció el ceño, pero rápidamente se recompuso. Sabía que la actitud distante de Yoge no era algo que pudiera manejar con simple cortesía. Decidió cambiar de táctica.

— Sabes, siempre me he preguntado por qué alguien como tú se mantiene tan aislado. —añadió, con un tono que parecía más bien un desafío disfrazado de curiosidad. — ¿Es que no te interesa encajar en esta escuela? Los estudiantes que sobresalen aquí tienen un gran futuro.

Yoge no respondió de inmediato, lo que parecía irritar un poco a Kazami. "Este chico no es fácil de manipular," pensó ella, pero pronto una idea astuta cruzó por su mente. "Tal vez si lo elogio lo suficiente, hará lo que yo quiero."

— Tienes un buen rendimiento académico, ¿verdad? Seguro que podrías ser una de las mejores estrellas aquí si tan solo te esforzaras más por socializar... —comentó Kazami, sonriendo mientras cruzaba sus brazos sobre la mesa.

Sin embargo, Haruka Shimizu, que estaba en una mesa cercana, observaba todo desde lejos. Su mirada no era tan tranquila como la de Yoge, sino que estaba llena de suspicacia. Había algo en el modo en que Kazami trataba de acercarse a él que no le gustaba. "¿Por qué ahora, de todos los momentos, Kazami está interesada en Yoge?" se preguntó Haruka, notando que su actitud se había vuelto sospechosamente amable.

Haruka observó cómo Kazami intentaba manipular a Yoge, sus palabras cuidadosamente elegidas para apelar a su ego, pero Yoge permaneció callado y completamente indiferente. "Ella está intentando atrapar a Yoge en su trampa," pensó Haruka con una expresión seria. "Él no se dejará atrapar tan fácilmente... pero ella no se detendrá."

Mientras tanto, Kazami seguía lanzando pequeñas frases de halago hacia Yoge, pero él no parecía ni inmutarse. La chica, sin embargo, mantenía la calma, observando la reacción de su compañero. Sabía que el control de la situación estaba en sus manos, pero también percibía que Yoge no era alguien fácil de dominar. Sin embargo, lo que Kazami no sabía era que ella había cometido un error: había subestimado a alguien que no era tan fácil de manipular como los demás.

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Haruka no dejó de observar la conversación. Mientras Kazami intentaba atrapar a Yoge, ella no podía evitar sentirse aún más intrigada por él. "Yoge no es como los demás. Él no se deja llevar por las manipulaciones, ni siquiera por alguien como Kazami."

Haruka se levantó de su mesa y caminó lentamente hacia donde estaban Yoge y Kazami, su mirada decidida. Kazami parecía estar a punto de lanzar otro halago cuando Haruka la interrumpió.

— Kazami. —dijo Haruka con una voz fría que detuvo de inmediato la conversación. — Si vas a hablar con Yoge, mejor no pierdas el tiempo con juegos baratos. Él no es como los demás.

Kazami, sorprendida por la intervención, miró a Haruka con una sonrisa tensa.

— No te metas, Haruka. Yo sé cómo tratar con tipos como el.

— Lo dudo. —Haruka respondió secamente, sin ceder ni un centímetro. — No todo el mundo cae en tus encantos, Kazami.

Kazami apretó la mandíbula, pero no dijo nada. Era evidente que las palabras de Haruka la habían tocado. "¿Qué está pasando aquí?" pensó, mientras su fachada de perfección comenzaba a mostrar fisuras.

Yoge, por su parte, siguió sin decir palabra alguna. "Qué fastidio," pensó, mirando a ambas chicas. "Aquí comienza otra batalla."

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El campus de la preparatoria Kurohime estaba lleno de estudiantes apresurados, todos en su rutina diaria, entre clases y actividades extracurriculares. Los pasillos resonaban con las risas y conversaciones de los compañeros de clase, pero en medio de la multitud, había una atmósfera tensa que solo unos pocos podían percibir. Yoge Hagame caminaba tranquilamente por el pasillo, su rostro inexpresivo como siempre, mientras su mente analizaba las piezas de su juego.

Había algo en lo que pensaba: Ayano Kazami. Su fachada de perfección y amabilidad no le era ajena a Yoge. Aunque muchos estudiantes parecían caer en sus encantos, Yoge sabía que las apariencias podían ser engañosas. Pero tenía un presentimiento Kazami era una manipuladora astuta, y aunque en su rostro solo se reflejaba una sonrisa dulce, Yoge percibió la arrogancia que se escondía detrás de esa imagen.

"Es solo cuestión de tiempo para que alguien se dé cuenta de su verdadera naturaleza," pensó Yoge mientras caminaba hacia su próxima clase. Pero a medida que lo pensaba, se dio cuenta de que el hecho de que alguien como Kazami estuviera tan cerca podía ser peligroso para sus planes. La situación se complicaba, y Yoge no era de los que dejaban que las cosas se salieran de control.

Fue entonces cuando Haruka Shimizu, quien también se había percatado de las manipulaciones de Kazami, apareció ante él en el pasillo. Su rostro serio y confiado reflejaba que no había venido a intercambiar palabras triviales.

— hagame-san... —dijo Haruka con una mirada fija y decidida.

Yoge la miró sin inmutarse, su rostro sin expresión, pero sus ojos mostraron un leve destello de interés.

— ¿Qué pasa? —respondió él de manera directa, sin perder la calma.

Haruka no dudó ni un segundo. Ella ya sabía que Yoge hagame no era el tipo de persona que se dejaba influenciar por las manipulaciones de los demás, pero también entendía que Kazami era una amenaza que debía ser eliminada si querían tener paz en la clase.

— ¿Te has dado cuenta de lo que está haciendo Kazami? —preguntó Haruka, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie los escuchara. — Sé que no eres de los que se involucran en dramas ajenos, pero sus manipulaciones van demasiado lejos.

Yoge observó a Haruka con calma. Sabía lo que ella quería decir. Haruka nunca había sido de muchas palabras, pero su percepción sobre las personas era aguda. Kazami había estado jugando con los estudiantes, y aunque nadie más lo viera, ambos sabían que detrás de su amabilidad se ocultaba una arrogancia peligrosa. Yoge tenía sus propios motivos para querer terminar con ella, pero no estaba dispuesto a hacerlo solo. Después de todo, un solo jugador no puede ganar una partida si no tiene la estrategia adecuada.

— Sí. Lo he notado. —respondió Yoge de manera tranquila, casi con desdén. — Pero si lo que quieres es enfrentarla de manera directa, lo único que conseguirás es ser una pieza más en su tablero.

Haruka lo miró, sus ojos un tanto confundidos. pero aún no entendía cuál sería su próximo movimiento.

— ¿Y qué propones entonces? —preguntó Haruka, cruzando los brazos.

Yoge se detuvo un momento, como si estuviera meditando las palabras que iba a decir a continuación. Su rostro permanecía imperturbable, pero en su mente ya había trazado el plan. Tenía la impresión de que Haruka tenía la inteligencia y el carácter para seguir su ritmo, pero necesitaría algo más que una simple observación para que se uniera a él en lo que estaba por proponer.

— Te propongo esto: —comenzó Yoge, finalmente mirando a Haruka con una expresión que se asemejaba a una leve sonrisa, algo muy raro en él. — Unámonos. Trabajemos juntos para exponer la farsa de Kazami. Pero no lo haremos de la manera tradicional, ni con confrontaciones abiertas.

Haruka lo miró, sorprendida. No estaba segura de entender completamente lo que Yoge quería decir, pero algo en su tono de voz y en su actitud le dijo que lo que él proponía no era una simple venganza impulsiva.

— ¿Cómo piensas hacer eso? —preguntó, ahora más cautelosa.

Yoge continuó, su mirada calculadora como siempre.

— Vamos a dejar que ella misma caiga en su trampa. Ya averigüe sus debilidades. Kazami necesita de la admiración de los demás para mantener su fachada. La exposición de su verdadera naturaleza hará que su influencia sobre los estudiantes se derrumbe.

Haruka lo escuchó en silencio. Yoge no hablaba con arrogancia, pero sus palabras tenían una confianza inquebrantable, como si ya estuviera tres pasos adelante en el juego.

— ¿Y cuál sería tu papel en esto? —preguntó Haruka, interesada, aunque aún desconfiada.

— Yo me encargaré de las piezas más importantes. Tú solo debes estar atenta a los detalles que otros no ven. Trabajemos desde las sombras, donde ella nunca podrá alcanzarnos. —respondió Yoge, su tono de voz como un susurro calculado.

Haruka asintió lentamente. Aunque todavía no comprendía completamente las intenciones de Yoge, algo en su propuesta le dio la sensación de que él tenía razón. Kazami era peligrosa, y enfrentarse directamente a ella podría ser el mayor error que podrían cometer.

— Está bien, Yoge. Vamos a hacer esto. —dijo finalmente, con un aire de determinación que reflejaba su confianza en el plan.

Yoge asintió levemente, satisfecho con la respuesta. En su mente, el tablero ya estaba dispuesto y las piezas comenzaban a moverse. Kazami, quien creía estar jugando a su favor, pronto descubriría que Yoge y Haruka no eran piezas fáciles de manejar.

"El juego ha comenzado, Kazami," pensó Yoge mientras se alejaba junto a Haruka, "y esta vez, tú serás quien caiga en su propia trampa."

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