capítulo 11

La atmósfera en el estadio estaba cargada de tensión, como si el aire mismo estuviera esperando el inicio de la competencia. Las dos clases, 1-5 y 1-6, estaban distribuidas en las gradas: la clase 1-5 en la izquierda y la clase 1-6 en la derecha. Los ojos de todos estaban puestos en los tres corredores seleccionados para cada equipo, observándolos con una mezcla de nervios y expectativas.

En la grada izquierda, Ximori Hohime estaba en silencio, tan callada como siempre, con una mirada fija hacia la pista. Kehn Osma, por su parte, no podía dejar de pensar en venganza. Su mente estaba llena de ideas, aunque aún no sabía exactamente qué haría para enfrentarse a sus rivales. Yuki Morimoto parecía estar disfrutando del caos interno que se generaba entre sus compañeros, sonriendo con una calma que no hacía más que intensificar la presión sobre los demás.

En la grada derecha

Haruka Shimizu, no podía dejar de pensar en cómo se desarrollaría la competencia. Su mirada estaba llena de determinación, como si ella misma estuviera corriendo junto a los participantes. Yoge Hagame, fiel a su estilo, permanecía con las manos en los bolsillos.

El profesor de educación física, que estaba al mando de la competencia, se acercó al centro de la pista. Todos se callaron de inmediato, esperando sus palabras.

— Muy bien, chicos, es hora de decidir el orden. ¿Quién comenzará? ¿Quién será el segundo? Y, ¿quién correrá al final? —dijo el profesor, mirando a los tres elegidos de cada clase.

La clase 1-5 ya había elegido a sus corredores. Masaki Suou, con una sonrisa arrogante, se mostraba confiado como siempre, mientras que Yuki Morimoto mantenía una postura relajada, aunque con una ligera sonrisa en el rostro. Keito Nabahashi, el más serio de los tres, parecía estar analizando a los rivales más que a sus propios compañeros.

En la clase 1-6, la situación era más tensa. Kaede Tanaka, visiblemente nerviosa, miró a su compañero Ryota Nishimura, esperando alguna señal de qué hacer.

— Oye, Nishimura, ¿quién comenzará primero? —preguntó Kaede, un poco insegura.

Ryota, con su usual actitud fría y calculadora, la miró sin inmutarse y respondió con una sonrisa tranquila:

— Jaja, yo seré el primero.

Mientras tanto, Noguma Bouceen, con una actitud despreocupada, miró hacia adelante y soltó un bufido.

— ¿Qué tengo que hacer? —dijo sin mucho interés.

Kaede, un poco molesta por la falta de actitud de Bouceen, le contestó con algo de dureza:

— ¿Acaso no has escuchado lo que dijo el profesor? Tienes que correr, Bouceen.

— Ah, como sea —respondió él, sin importarle lo más mínimo.

— Yo seré la segunda, entonces —dijo Kaede, con una mezcla de determinación y nervios.

Bouceen asintió de forma indiferente y, con una mueca, añadió:

— Bien, seré el último.

La clase 1-5 estaba igual de animada. Masaki Suou, con su típica actitud arrogante, sonrió con confianza.

— Voy a aplastarlos, no tienen oportunidad —dijo, mirando a los miembros de la clase 1-6.

Keito Nabahashi, con un tono más serio, le respondió rápidamente:

— Cállate, Suou. Apuesto que serás el primero que caiga.

Yuki Morimoto, con una sonrisa brillante, intervino para calmar las tensiones entre sus compañeros.

— Chicos, chicos, no peleen. Primero tenemos que barrer con la basura, luego de la competencia podemos pelear todo lo que queramos —dijo, su tono alegre pero algo cortante.

Masaki Suou la miró y dijo con ironía:

— Eres muy falsa, Morimoto.

Yuki arqueó una ceja y le respondió sin perder la calma:

— Cállate, idiota.

Keito Nabahashi, en lugar de unirse a la discusión, miró al frente y observó a los competidores de la clase 1-6.

— Yo seré el último. Por lo que veo, Nishimura lo será también, el mejor va al final —dijo, con una sonrisa enigmática.

Masaki, en cambio, negó con la cabeza, mirando a Nishimura.

— ¿A ese tipo egoísta? —se burló.

Yuki, que no perdía de vista a Nishimura, comentó con calma:

— Nishimura no le da importancia a nada. No sabemos qué puede hacer.

— Yo seré la primera —dijo finalmente Yuki, tomando la delantera para el primer turno.

Masaki, viendo que no quedaba otra opción, aceptó su papel.

— Yo seré el segundo. No hay opción, parece —dijo, resignado.

En la sala de observación, Ryu Mitsubishi, que había permanecido tranquilo hasta ese momento, observaba a Ayano Kazami, quien aún parecía tensa. Sin perder su usual tono burlón, le preguntó:

— Oye, Kazami-san, ¿qué harías si encontrases al tipo que te amenazó aquella vez?

Kazami, al escuchar su comentario, lo miró con frialdad.

— Nada. Más bien, debería estar agradecida con ese tipo realmente me hizo saber quién realmente eres kazami

La sonrisa de Mitsubishi se desvaneció por un momento y, con una mirada feroz, dijo:

— Una razón más para eliminarte por completo, Kazami.

Kazami, visiblemente irritada, le respondió sin titubear:

— ¿Qué?

Con una sonrisa de suficiencia, Mitsubishi contestó:

— Primero tú, Kazami. Luego, a tu nuevo "novio", Yoge Hagame.

Kazami se tensó al instante, su rostro mostró una leve sombra de preocupación. Con los puños apretados, gritó:

— ¡No te atrevas a hacerle nada a Hagame!

El ambiente en la sala de observación se volvió más pesado. Mitsubishi, sonriendo, no parecía tener intenciones de detenerse.

— ¿Por qué tan agresiva? ¿Acaso sientes algo por ese tipo tan inexpresivo? —preguntó, disfrutando del desconcierto de Kazami.

Kazami, visiblemente tensa, se quedó callada. El resentimiento hacia Mitsubishi comenzaba a ser más evidente. No podía dejar que eso fuera más allá, pero no estaba dispuesta a mostrar debilidad frente a él.

Antes de que pudiera responder, el monitor en la sala resonó con una voz firme:

— ¡La primera competencia está a punto de comenzar! ¡Preparen a sus corredores!

Los ojos de Kazami y Mitsubishi se dirigieron rápidamente hacia el monitor. Era el momento. La carrera estaba por empezar.

Masaki Suou, desde la pista, miró a Nishimura y pensó para sí mismo:

— ¿Eh? Pensé que Nishimura sería el último, pero bueno… Aplastaré a todos.

El profesor de educación física, al ver que todos estaban listos, alzó la voz.

— ¡Listos! ¡Empezamos ahora!

La carrera estaba a punto de comenzar. Los corredores de la clase 1-5 y 1-6 estaban alineados, listos para enfrentarse. La tensión era palpable en el aire, y cada uno de ellos sabía que el destino de su clase dependía de este momento.

— ¡Que comience la competencia! —exclamó el profesor.

Y con esa última palabra, la carrera de relevos dio inicio.

El ambiente en el campo de atletismo estaba cargado de tensión, como si cada uno de los presentes sintiera la presión del enfrentamiento que se avecinaba. Los estudiantes estaban alineados, listos para comenzar la primera vuelta del duelo de relevos. Las miradas de todos se centraron en los dos corredores que iban a enfrentarse en esta primera etapa: Yuki Morimoto, conocido por su energía desbordante y actitud confiada, y Ryota Nishimura, cuya calma en el rostro parecía estar desafiando la competitividad del momento.

Yuki, con una sonrisa burlona, miró a Ryota antes de que sonara el silbato de salida.

—No te emociones demasiado —dijo Yuki, su tono era juguetón pero con un dejo de arrogancia—. Este va a ser un paseo para mí.

Ryota no respondió de inmediato. Su rostro seguía siendo tan impasible como siempre, pero sus ojos brillaban con una serenidad que transmitía su seguridad.

—Sigue creyendo eso —respondió, su voz tan tranquila que contrastaba con la actitud desafiante de Yuki.

El silbato sonó, y los dos chicos arrancaron con rapidez, sus cuerpos moviéndose con agilidad y fuerza. Yuki, como un rayo, tomó la delantera casi al instante, deslizándose ágilmente entre las vallas, con la certeza de que ya había asegurado la victoria. Su rostro reflejaba la alegría de la velocidad, y su risa era audible mientras saltaba las vallas con destreza.

—¡Vamos! ¡Esto es pan comido! —gritó Yuki mientras saltaba las vallas, mirando por encima del hombro a Ryota.

Ryota, sin apresurarse ni dejarse llevar por las provocaciones, continuó a su propio ritmo. Con su cuerpo robusto y fuerza inquebrantable, avanzaba con potencia. Aunque Yuki parecía tener la ventaja en velocidad, Ryota no se dejó impresionar, y su concentración era más firme que nunca. Él sabía que el desafío estaba lejos de terminar.

—No te confíes demasiado —murmuró Ryota para sí mismo mientras saltaba las vallas con un esfuerzo calculado, reduciendo ligeramente la distancia entre ellos.

Cuando llegaron a la zona de los neumáticos, Yuki parecía estar en su mejor momento, atravesando los obstáculos con una facilidad asombrosa, mientras que Ryota seguía avanzando con determinación. Aunque Yuki tomaba ventaja, Ryota no mostró señales de desesperación. El camino estaba lejos de ser sencillo, y Ryota sabía que tenía su propia fortaleza.

—¿Aún me vas a dejar ganar? —se burló Yuki, pero su confianza comenzaba a desvanecerse cuando vio cómo Ryota se acercaba poco a poco.

Ryota, con su ritmo constante y calculado, cruzó la zona de neumáticos, demostrando una agilidad que no correspondía con su físico. La distancia entre ambos se estrechaba.

—Eres muy lenta, niña —dijo Ryota con una sonrisa de satisfacción, pero sin perder la concentración.

Con un esfuerzo final, Ryota aceleró, dejando atrás los obstáculos con facilidad y cruzó la meta en primer lugar. Su respiración estaba agitada, pero su rostro permanecía tranquilo mientras entregaba el testigo a Kaede Tanaka.

Yuki, completamente sorprendido por la derrota, pasó el testigo a su compañero sin decir palabra alguna. Su rostro, enrojecido por la frustración, mostraba una mezcla de incredulidad y enojo.

—¡No puede ser! ¡Eso no estaba en los planes! —gritó Yuki mientras observaba cómo Ryota se alejaba hacia su equipo.

En las gradas, Yoge Hagame observaba la escena sin expresar emoción alguna. Su rostro inexpresivo seguía siendo tan impasible como siempre, pero su mirada parecía analizar cada movimiento, cada detalle de la competencia.

Chimizu, a su lado, observaba a Ryota con una ligera sorpresa, pero su rostro pronto volvió a reflejar la determinación que siempre lo caracterizaba.

—Tenemos la ventaja por el momento —dijo Chimizu, en voz baja pero llena de confianza.

En la sala de la clase 1-5, Ayano Kazami aplaudió con fuerza al ver el resultado de la primera vuelta. Su sonrisa era amplia, pero su mirada se mantenía fija en la siguiente etapa.

—¡Sí! ¡Ganamos la primera vuelta! —exclamó Kazami, su entusiasmo era evidente.

Ryu Mitsubishi, sentado al lado, no pudo evitar sonreír con suficiencia. Su mirada era egocéntrica, y su tono reflejaba su habitual arrogancia.

—Vaya, felicidades, Kazami. Pero aún no termina el juego, jajá —dijo con una sonrisa burlona.

Masaki Suou, quien esperaba su turno, observaba la escena con una expresión tranquila. A pesar de que Ryota había conseguido la victoria, sabía que ahora era su momento de brillar. Su confianza era palpable.

—Esto se pondrá bueno —dijo Suou con una sonrisa segura de sí mismo. Estaba listo para la segunda vuelta.

Kaede Tanaka, quien esperaba su turno con un poco más de nerviosismo, asintió en silencio. Su rostro, usualmente imperturbable, mostraba una leve tensión, pero su determinación estaba clara.

—Ganaré por mi clase —murmuró con decisión, apretando los puños mientras se preparaba para la siguiente etapa. Sabía que esta vuelta sería crucial y que la agilidad sería clave para su éxito.

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La segunda vuelta estaba a punto de comenzar. Los corredores de la clase 1-5, Suou Masaki y Tanaka Kaede, tomaron sus posiciones en la pista. Tanaka, con una expresión seria y concentrada, miró a Suou, quien permanecía completamente relajado, con una actitud tan tranquila que parecía que ya había ganado. Tanaka, sin embargo, no estaba preocupada por su oponente. Había algo más que la distraía, algo que la motivaba aún más: Yoge Hagame estaba allí, observándola desde las gradas. La mirada fija de Yoge la hacía sentir una extraña presión, pero también una chispa de determinación. Si había alguien a quien debía impresionar, era a él.

El silbato sonó, y ambos corredores comenzaron con rapidez. Suou, con su velocidad explosiva, rápidamente tomó la delantera, moviéndose con una fluidez impresionante que dejaba ver su habilidad y su entrenamiento. Tanaka, sin embargo, no se desanimó. Mantuvo un ritmo constante y veloz, sus ojos fijos en Yoge en las gradas. Cada paso parecía guiado por su presencia, como si él estuviera observando cada movimiento y evaluándola sin decir una palabra.

Al llegar a las barreras más altas, Suou las saltó con facilidad, demostrando su destreza y agilidad. Tanaka, sin perder el ritmo, optó por rodearlas con precisión, sin perder ni un segundo. Mientras lo hacía, sentía la presión de la mirada de Yoge sobre ella, y la necesidad de probarse a sí misma crecía con cada paso.

—¡Impresionante! —se burló Suou mientras saltaba, confiado en su velocidad, mirando a Tanaka con una sonrisa llena de arrogancia.

Tanaka, sin mostrar emoción alguna, pensó para sí misma mientras avanzaba con determinación:

—No puedo defraudarlo.

Cuando llegaron a la sección de los neumáticos, Suou ya había sacado una ligera ventaja, atravesando los obstáculos con facilidad. Tanaka, sin embargo, no se rindió. Su mente estaba centrada en una sola cosa: impresionarlo a él. Avanzó a su ritmo, controlando su respiración y con cada paso más cerca de reducir la distancia.

—No te confíes —pensó Tanaka mientras veía cómo Suou mantenía su ventaja, su determinación creciendo.

La siguiente sección fue la de las vigas de equilibrio, donde Suou, confiado, avanzó sin pensar demasiado. Sin embargo, en el último tramo, perdió un poco de equilibrio, y Tanaka aprovechó la oportunidad. Con un movimiento preciso, se acercó más a él. Cada vez que veía que Suou le sacaba ventaja, se motivaba más. La imagen de Yoge en las gradas la impulsaba a seguir adelante, a no rendirse.

—Puedo hacerlo —pensó, manteniendo su equilibrio perfecto mientras se acercaba más a Suou.

Pero Suou, al darse cuenta de que Tanaka se acercaba, aceleró su paso. Con su velocidad imparable, decidió no dejar que la alcanzara. Al final, cruzó la meta primero, entregando el testigo con una sonrisa tranquila mientras Tanaka, con rostro impasible, pasó el testigo a su compañero, sin haber podido alcanzar a Suou.

Tanaka no se sintió derrotada. Miró a Yoge nuevamente, quien seguía observándola sin expresión alguna. Esa mirada era todo lo que necesitaba para reafirmar su decisión.

—La próxima vez será diferente —pensó, mientras la carrera continuaba.

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La clase 1-5 celebró la victoria de Suou, pero en el rostro de Tanaka había una determinación renovada. A pesar de la derrota, su objetivo estaba claro: no iba a dejar que esa mirada de Yoge Hagame la desanimara.

Yoge Hagame lo observó detenidamente y dijo, con su voz plana:

—Tanaka está evolucionando como persona.

Chimizu lo miró de reojo y, con su rostro de determinación, respondió:

—Puede ser, pero aún le falta mucho que aprender.

En la sala, Kazami apretó los dientes al ver que Tanaka había perdido. Sus ojos se oscurecieron ligeramente. El sentimiento de frustración era evidente.

—Esto no ha terminado... —murmuró para sí misma, mirando la pista.

Mitsubishi, que estaba junto a ella, sonrió de manera egocéntrica. La expresión de su rostro era confiada, como si ya tuviera la victoria asegurada para su clase.

—Muy bien —dijo, con una sonrisa arrogante—, todo se decidirá en la última vuelta entre Noguma Bouceen y Kaito Nabahashi.

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La tercera vuelta estaba a punto de comenzar, y el ambiente se tornó aún más tenso. Los estudiantes de la clase 1-5 y 1-6 sabían que este último tramo decidiría el resultado final. Kaito Nabahashi, de la clase 1-5, se preparaba para tomar su lugar en la pista, mientras que en el otro lado, Noguma Bouceen, de la clase 1-6, se estiraba de manera relajada, casi como si no estuviera interesado en la competencia.

El profesor de educación física, con su mirada seria, se acercó y levantó la mano, haciendo que todos se callaran.

—¡Atención! —su voz cortó el aire—. Esta es la última vuelta. El que gane dará el punto decisivo a su clase. ¡Que comience la carrera!

Nabahashi, con su postura recta y disciplinada, apenas prestó atención a su oponente. Su mirada estaba fija en la pista, como si nada pudiera distraerlo. Bouceen, por su parte, no parecía ni un poco preocupado. Con una expresión de indiferencia, parecía más preocupado por no hacer esfuerzo innecesario que por ganar. Su cuerpo estaba relajado, casi como si estuviera paseando en lugar de corriendo.

El silbato sonó, y ambos corredores se lanzaron hacia adelante. Desde el principio, Nabahashi tomó la delantera. Su paso era firme, calculado, y se notaba que no iba a dejar que nada se interpusiera en su camino. Bouceen, por su parte, parecía tomarse su tiempo, como si no estuviera tan preocupado por la victoria.

—¿Eso es todo lo que tienes? —pensó Nabahashi, sin hacer ninguna expresión, pero con una ligera sonrisa en su mente al ver que su oponente no tomaba la carrera tan en serio.

Bouceen, sin embargo, no parecía estar buscando imponer su ritmo. Con cada paso, se mantenía relajado, pero su mirada parecía ir hacia Nabahashi de vez en cuando. Aunque su actitud era despreocupada, algo dentro de él comenzaba a despertar, como si no quisiera perder frente a un corredor tan serio.

La pista estaba llena de obstáculos, y cuando ambos llegaron a la zona de vallas, Nabahashi saltó sin esfuerzo, con una técnica perfecta y un ritmo imparable. Bouceen, por otro lado, no se molestó en saltarlas con tanta precisión. Rodeó las vallas de forma algo torpe, pero aún así no perdió demasiada velocidad.

—Esos movimientos no me impresionan —pensó Nabahashi, aumentando su ritmo mientras cruzaba las vallas.

Pero Bouceen no parecía preocupado. En lugar de apresurarse, tomaba la carrera con calma, usando su propio estilo relajado para mantenerse a una distancia moderada de Nabahashi. En la sección de neumáticos, Nabahashi avanzó rápidamente, saltando con agilidad y mostrando que tenía control absoluto sobre la pista. Bouceen, por su parte, simplemente se deslizaba por los neumáticos, a un ritmo más lento, pero sin perder su calma.

Ambos llegaron a la sección de equilibrio, y aquí la tensión aumentó. Nabahashi no dudó ni un segundo. Su concentración era absoluta, y avanzó con rapidez y destreza, moviéndose de un extremo a otro de las vigas sin titubear. Bouceen, sin embargo, se acercó a la sección con una actitud más relajada, lo que hizo que su equilibrio fuera menos perfecto, pero aún así mantenía el ritmo.

—No puedes subestimarme —pensó Bouceen, mientras se forzaba a concentrarse un poco más.

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En la sala, Kazami observaba, visiblemente nerviosa. Quería que su clase ganara, y la presión sobre sus hombros era evidente. La competencia estaba alcanzando su punto culminante, y su mente no dejaba de analizar cada detalle.

Por otro lado, en las gradas, Yoge Hagame observaba sin mostrar ninguna emoción. Su rostro seguía inexpresivo, como siempre. A su lado, Chimizu también parecía algo tensa, sus ojos fijos en la pista. Aunque no lo expresara, el nerviosismo estaba claramente en su cuerpo.

Uma Umezawa, que había estado observando todo con una actitud distante, apretó los dientes. Podía sentir la presión aumentar, y, aunque trataba de mantener la compostura, su cuerpo no podía evitar estar nervioso por la situación.

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La carrera llegó a su último tramo. La meta estaba a la vista, y Nabahashi ya había logrado una ligera ventaja. Sin embargo, Bouceen no estaba dispuesto a dejarlo ganar tan fácilmente. Aceleró en los últimos metros, poniendo todo su esfuerzo en reducir la distancia. Cada zancada era más firme, más poderosa. Pero Nabahashi, con su determinación fría y calculada, no permitió que la distancia disminuyera. Con un último impulso, Nabahashi cruzó la meta primero, apenas unos segundos antes que Bouceen.

—Eso fue... más difícil de lo que pensaba —pensó Nabahashi, sin mostrar una sola emoción en su rostro.

Bouceen llegó segundos después, respirando con fuerza pero manteniendo su actitud relajada. Aunque estaba agotado, su rostro no mostraba frustración.

—No estuvo mal —murmuró para sí mismo, pero sabía que no había podido superar a su rival.

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La clase 1-5 celebró la victoria de Nabahashi, quienes ya habían conseguido el punto decisivo. Las risas, gritos y abrazos llenaron la sala. El ambiente era de euforia, pero la mirada de Mitsubishi era aún más arrogante. Para él, la victoria ya era un hecho consumado.

Los de la clase 1-6, aunque derrotados, sabían que la competencia había sido dura. Ambos corredores lo habían dado todo, pero el resultado final había sido claro. Sin embargo, no podía decirse que todo estuviera terminado. El enfrentamiento no solo era por este duelo, sino por la imagen que cada clase dejaba en cada paso.

Mientras los estudiantes celebraban, Kazami apretó los puños, sabiendo que la verdadera batalla estaba apenas comenzando. En su mente, ya estaba trazando sus próximos movimientos. Esta derrota no sería el final, sino el comienzo de algo mucho más grande.

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