la puerta del gimnasio se abrió.
Yoge Hagame entró con su caminar tranquilo, las manos en los bolsillos y su expresión de siempre: vacía, imperturbable.
Justo detrás de él, Kehn Osma también llegó. Su expresión era fría como de costumbre, pero si alguien observaba con atención, podía notar su mandíbula apretada con frustración.
Al ver llegar a Yoge, Haruka Shimizu frunció el ceño y se acercó rápidamente a él.
—¡Hagame! ¿Dónde estuviste? Los duelos ya van a empezar.
Yoge la miró con su típico rostro inexpresivo.
—Fui al baño.
Haruka suspiró y le echó un vistazo rápido.
—Está bien… —Luego, su expresión se volvió más seria—. ¿Tienes en mente cómo ganarás en el juego de las damas?
Yoge la observó por un momento con la misma expresión indiferente de siempre y luego respondió con calma:
—No jugaré yo en las damas.
Haruka parpadeó, sorprendida.
—¿Cómo? ¿No lo harás? Pero tú eres el único que sabe jugar.
Sin mirarla, Yoge respondió con un tono monótono:
—Yo competiré en el duelo de boxeo.
Haruka lo miró fijamente, procesando lo que acababa de escuchar.
—¿Boxeo? Pero…
Iba a decir algo más, pero se detuvo al notar que Yoge ya estaba mirando en otra dirección.
—Ese de ahí es mi oponente.
Sin cambiar su expresión, Yoge levantó la mano y señaló a Kehn Osma.
Haruka siguió la dirección de su dedo y vio a Osma. Alto, con una complexión fuerte, su cuerpo parecía el de un luchador más que el de un estudiante.
Haruka lo observó con una mirada determinada y luego miró a Yoge con incredulidad.
—¿Estás loco, Hagame? ¡Ese tipo no parece un estudiante!
Yoge no respondió.
Haruka se llevó una mano a la cabeza, frustrada.
—Entonces… si tú no jugarás a las damas, ¿quién lo hará?
Esta vez, Yoge la miró de nuevo con su rostro inexpresivo.
—No lo sé. Pero sé que Kazami tomará una buena decisión.
Haruka lo observó por unos segundos más, pero al final no dijo nada.
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En el lado de la clase 1-5…
Mientras los estudiantes esperaban el inicio de los duelos, Ximori Hohime estaba sentada en silencio. Su mirada seria observaba el tablero donde se disputarían las partidas de damas.
De repente, Kehn Osma se acercó a ella.
—Hohime.
Ella giró la cabeza lentamente para mirarlo.
Osma se cruzó de brazos y, con una expresión pensativa, le hizo una pregunta directa.
—¿Conoces a ese tipo?
Señaló con la cabeza a Yoge Hagame, quien seguía de pie con su postura relajada, las manos en los bolsillos y su expresión carente de emoción.
Para sorpresa de Osma, Ximori asintió sin dudarlo y respondió con voz calmada.
—Yoge Hagame.
Osma se quedó en silencio por un momento. No esperaba que ella respondiera tan fácilmente. Hohime casi nunca hablaba con nadie.
En su mente, Osma apretó los dientes con frustración.
—Maldición… Yoge Hagame. Juro que me vengaré de ti.
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FLASHBACK
Antes de que pudiera reaccionar, Yoge lo golpeó en la cara, lo suficiente para desconcertarlo, pero sin noquearlo.
Osma quedó en el suelo, aturdido.
—Maldito… —susurró, tratando de levantarse.
Yoge lo miró sin emoción.
—¿Quieres que lo que he grabado no se haga público?
Osma tragó saliva.
—Me las pagarás…
—Recuerda que esto amerita expulsión, Osma.
El rostro de Osma se llenó de pánico. Su destino estaba en manos de Yoge.
Finalmente, suspiró con frustración y bajó la cabeza.
—¿Qué es lo que quieres…?
Yoge Hagame lo miró con su rostro inexpresivo.
—Escucha con atención…
Se hizo un silencio en el baño. Osma sintió un escalofrío al ver la mirada de Yoge, fría y calculadora, como si ya hubiera planeado todo desde el principio.
Entonces, Yoge habló otra vez.
—Cuando sea la competencia de boxeo… tú te rendirás.
Osma abrió los ojos con sorpresa y apretó los puños.
—¡No! No puedo hacer eso.
Yoge lo observó con sus ojos helados.
—Tú decides.
Osma tragó saliva.
—¿Qué?
Yoge se inclinó ligeramente hacia él, su voz sonaba tranquila pero afilada como una cuchilla.
—Puedes elegir entre salvarte a ti mismo… o a tu clase.
Osma sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su respiración se volvió pesada. No tenía opciones.
Finalmente, después de varios segundos de silencio, apretó los dientes y susurró con amargura:
—Está bien…
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Fin del flashback
Osma apretó los dientes mientras miraba de reojo a Yoge.
—Juro que haré que te expulsen, Yoge Hagame…
Sin embargo, mientras lo decía, su mano temblaba ligeramente. Sabía que estaba atrapado en el juego de Yoge.
Los duelos estaban a punto de comenzar. La atmósfera en la arena deportiva era tensa, todos los estudiantes esperaban con ansiedad el inicio de la competencia. En la habitación apartada, con ventanas oscuras, se encontraba Ayano Kazami, el profesor Kenji Takamura, Ryu Mitsubishi y la profesora Nanami Ioko, observando la transmisión en vivo del monitor. La tensión era palpable, especialmente por la presencia de Kazami, cuyo rostro reflejaba una mezcla de nerviosismo y determinación.
Los dos profesores estaban de pie, observando la pantalla, mientras Kazami y Mitsubishi estaban sentados, cada uno con una tableta en las manos, observando atentamente la transmisión que mostraba las clases 1-5 y 1-6. En el monitor, las imágenes de los estudiantes se alternaban, mostrando a todos los participantes para el primer duelo.
Kazami, de apariencia calma pero claramente inquieta por dentro, frunció ligeramente el ceño y pensó para sí misma: Bien, Ayano, contrólate, vas a barrer con Mitsubishi. Este es tu momento, vas a vengarte, él no tiene ni idea de lo que está por venir. Su mirada cambió a una determinación fría, casi calculadora. Sabía que necesitaba controlar cada aspecto de la situación si quería ganar, y ese pensamiento la empoderó.
Ryu Mitsubishi, a su lado, observaba la pantalla con una sonrisa burlona, disfrutando claramente del momento.
—¿Ay, estás bien, Kazami? —dijo en tono sarcástico—. Te veo algo nerviosa, ¿te has venido abajo ya?
Kazami no respondió de inmediato. Simplemente apretó las manos sobre la tableta, concentrándose en lo que estaba sucediendo frente a ella. Su mente estaba lejos de Mitsubishi, su atención era total en el duelo que estaba por comenzar.
En ese momento, la voz de la transmisión interrumpió sus pensamientos.
—La primera competencia de los duelos, Atletismo, comenzará en breve. Por favor, elijan tres estudiantes.
Mitsubishi, con confianza absoluta, no perdió ni un segundo. Sus ojos recorrieron la lista de posibles participantes y señaló rápidamente a sus tres elegidos.
—Elijo a Masaki Suou, Yuki Morimoto y Kaito Nabahashi —dijo con firmeza, sin titubear.
Kazami, por su parte, se tensó momentáneamente. No tenía claro quién elegir, ya que los estudiantes de su clase no eran precisamente los más destacados en atletismo. Recordaba que Ryota Nishimura era bueno en este tipo de actividades, pero no estaba segura de que tuviera la motivación suficiente para ganar. Además, había una complicación: Din Kozikun había dicho que no quería participar. Kazami pensó en los demás posibles candidatos, y aunque dudaba, su mirada se fijó en tres personas que le parecían adecuadas.
Con determinación, eligió a sus tres corredores.
—Ryota Nishimura, Kaede Tanaka, Noguma Bouceen.
La habitación que albergaba a las clases 1-5 y 1-6 se llenó de murmullos al ver las elecciones en la pantalla. Los estudiantes observaban a sus compañeros con mezcla de curiosidad y nerviosismo.
En la clase 1-5, Masaki Suou no dijo nada, pero su actitud relajada indicaba que estaba preparado para afrontar lo que viniera. A su lado, Yuki Morimoto, con una sonrisa confiada, comentó en voz baja.
—Bueno, vamos a aplastar a la basura —dijo con tono alegre, como si no fuera un duelo serio.
Kaito Nabahashi, como siempre, permaneció en silencio, con su rostro impasible y su mente enfocada en lo que estaba por venir.
En la clase 1-6, Kaede Tanaka se sintió algo nerviosa al ver su nombre en la lista. Sus manos temblaban ligeramente mientras pensaba: ¿Y si pierdo? Una parte de la derrota será mi culpa. ¿Qué hago? Su mirada se dirigió hacia Yoge Hagame, que se encontraba en el borde del campo, observando todo con su rostro inexpresivo. Esto le dio algo de calma, pero aún así no pudo evitar sentirse presionada.
Ryota Nishimura, al ver su nombre, sonrió sutilmente. Sabía que era capaz, pero no estaba completamente seguro de cómo se desenvolvería el resto de la competencia.
Noguma Bouceen, al ver su nombre en la pantalla, soltó un suspiro, claramente desinteresado.
—Eh, bueno… —murmuró, claramente resignado a participar, aunque no se sentía motivado.
En el lado de la clase 1-5, Kehn Osma se acercó a Masaki Suou con una mirada de aprobación.
—Quiero ver cómo aplastas a esos idiotas, Suou —le dijo en tono bajo, pero con una sonrisa retadora.
Masaki Suou asintió, confiado como siempre.
—Déjamelo a mí, Osma —respondió, calmado.
Yuki Morimoto, al ver la lista, exhaló con alegría.
—Esto será fácil. Vamos a aplastar a la basura —dijo, una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.
Por otro lado, Ofcu Caisawa observaba todo con una expresión aburrida, su rostro serio sin mostrar ningún interés real. Haruka Chimizu, sin embargo, sentía que algo no iba bien. La intuición de la chica parecía decirle que las cosas podrían salir mal para su clase.
Yoge Hagame, como siempre, estaba en un rincón, observando todo con su rostro inexpresivo, sin hacer ni un solo movimiento. Los demás sabían que él no era alguien a quien subestimar, pero nadie entendía realmente qué pensaba en ese momento.
Ya en el campo de atletismo, el ambiente estaba cargado de tensión. Los estudiantes se alinearon, listos para comenzar la competencia. Un profesor de educación física se paró frente a ellos, su voz resonando sobre el murmullo de la multitud.
—¡Atención! —dijo, con firmeza—. Les explicaré las reglas del próximo duelo de atletismo.
Las clases se alinearon, sus rostros reflejaban concentración. El profesor continuó.
—Cada clase elegirá tres corredores. Será una carrera de relevos con obstáculos, donde cada participante deberá completar una vuelta antes de que su compañero continúe. El equipo que logre cruzar la meta primero será el ganador.
Los estudiantes escucharon atentamente mientras el profesor detallaba las reglas.
—La pista tiene tres vueltas, y cada una será más desafiante.
Primera vuelta: rápida y explosiva. Tendrán que saltar una serie de vallas y atravesar una zona de neumáticos sin tropezar.
Segunda vuelta: aquí la agilidad será clave. Barreras más altas les bloquearán el camino y deberán decidir si saltarlas o rodearlas. Además, habrá una sección de equilibrio donde un mal movimiento puede hacerlos perder segundos valiosos.
Tercera vuelta: la más dura. Antes de llegar a la meta, tendrán que escalar una pequeña pared con cuerda, y en los últimos 50 metros enfrentarán una pendiente en subida.
—Las clases deberán decidir con inteligencia el orden de sus corredores. ¿Enviarán primero a su velocista para tomar ventaja o lo guardarán para el final? ¿Colocarán en la segunda vuelta a alguien con buena coordinación para los obstáculos?
El profesor hizo una pausa, mirando a todos los estudiantes con seriedad.
—La estrategia será tan importante como la velocidad. Solo la clase que elija bien y sepa adaptarse a la carrera se llevará la victoria.
Los estudiantes asintieron, cada uno sintiendo la presión de lo que se venía. Y, por supuesto, sabían que el verdadero desafío no era solo correr. Era saber cómo hacerlo.
—¡Prepárense bien! No solo es correr… es saber cómo hacerlo.
La voz resonó en el campo mientras la competencia estaba por comenzar. La tensión era palpable, y todos los estudiantes se alinearon, listos para darlo todo.