WebNovelBlue Note66.67%

Crímen

Los agentes llegaron finalmente a la escena. Bajaron de sus patrullas y fueron guiados por el dueño del hotel. La agente Katlyn finalmente llegó con tardanza a la zona, con su clásico pelo castaño desordenado, pero hermosa como siempre. Bajo de su vehículo y se incorporó con el grupo de agentes dónde estaba Salvador. Ambos se saludaron y comenzaron por su parte a inspeccionar las pruebas, mientras el lobby del hotel mantenía a la gente consternada por la aparición de los agentes y la noticia que se esparció entre los inquilinos.

—¿Qué sucedió exactamente? ¿Dónde vio por última vez a la mujer?—preguntó Katlyn al dueño mientras caminaba a la par de Salvador, mirando el expediente.

—Torturaron y mataron a una mujer en la habitación 17 del tercer piso, es todo lo que me dijeron los oficiales, no me dejaron entrar a la habitación... Yo no ví a la mujer porque no trabajo aquí usualmente, solo administro desde casa. Pero por lo que sé, solamente el cocinero y el guardia vieron por última vez a la mujer...—respondió el dueño con voz temblorosa.

—¿Y dónde están ambos?—preguntó Salvador, mientras limpiaba el sudor, a causa del opresivo calor del lobby, de su moreno rostro.

—Deben estar ambos en uno de sus descansos en la cocina. Son amigos cercanos... ¿Qué sucederá con el hotel...?

—No es relevante y tampoco tiene de que preocuparse, no será clausurado ni nada por el estilo. Es algo que ha ocurrido muchas veces en muchos hoteles. Solo coopere con lo necesario—atacó Katlyn con una voz casi autoritaria. Pero la sensación desapareció del dueño cuando observo la sonrisa de la agente mientras se alejaban rumbo a la cocina.

Pasaron por un enorme arco de al menos tres metros de alto y de forma ojival. Ante sus narices llegó un aroma agradable y un calor mucho mayor. Vieron las paredes amarillas del lugar y las diversas mesas de madera, y entre ellas, al par de hombres comiendo juntos mientras charlaban.

—Buenos días, señores. ¿Nos permiten hacerles unas cuantas preguntas?—dijo Salvador al llegar a la mesa.

Ambos hombres tragaron bocado y aclararon sus gargantas antes de hablar.

—¿Qué ocurre agente?—preguntó el cocinero levantándose de su silla y dejando ver su largo mandil rojo.

Katlyn y Salvador notaron el susto en ambos hombres y les calmaron con tal éxito, que incluso los hombres siguieron comiendo durante las preguntas.

—Vaya... Así que un homicidio, ¿eh?—mencionó con desilusión el guardia—. Usualmente mi trabajo es mantener a salvó a la gente de aquí, pero tampoco puedo darme el lujo de irrumpir en las habitaciones porque eso me costaría el trabajo y la paga aquí es buena... ¿Sabe a lo que me refiero agente?

—Sí que lo sé, es algo impresionante y tiene razón en permitir que los inquilinos tengan su privacidad. Aunque ahora lo que importa es que nos brinden apoyo con las camaras de seguridad. Si lo que nos dijo su amigo—miró al cocinero asintiendo con la cabeza y los ojos cerrados—es cierto, entonces puede que él sospechoso sea incluso otro inquilino de aquí.

Los hombres afirmaron sin duda, y acompañaron a los agentes hacía la pequeña zona de vigilancia, pasando por el lobby infestado de mujeres en vestidos y hombres en trajes de empresario que hablaban banalmente con los demás compañeros acerca de su miedo antes que de pruebas o sospechas.

Tanto el cocinero como el guardia tomaron asiento frente a las pantallas de las cámaras de seguridad. El guardia preguntó acerca dea hora en que el cocinero había visto bajar a la mujer hacia la cocina para beber agua debido al calor de la noche. El guardia retrocedió ese momento diez minutos antes y comenzó a reproducir la grabación. En ella, se podía ver en la primer cámara fuera del hotel, una calle completamente tranquila y ligeramente iluminada, era una tranquilidad rutinaria suponiendo que el hotel era visitado usualmente por gente adinerada e incluso gente de renombre. En la cámara principal dentro del hotel, se podía ver al guardia caminando por el lobby, yendo a las escaleras, a los elevadores y ante el enorme espacio de recepción, con naturalidad. El cocinero explico ahora su parte cuando pasaron a la cámara hasta el otro costado de lobby, dónde se podía ver apenas el arco de la cocina y las mesas más cercanas. Luego, observaron la cámara de la cocina donde se veía al hombre limpiando el lugar. Finalmente, y tras acelerar todo, se pudo ver la mujer bajar por el elevador y dirigirse a la cocina, aunque por desgracia, no había cámara en el comedor debido a una falla en ella, y solamente se pudo ver la presencia de la mujer al mezclar las camaras que enfocaban el arco y mesas del comedor y la que giraba dentro de la cocina y que, afortunadamente llegaba a observar por fuera. El cocinero explico que la mujer le saludó al verlo limpiando como de costumbre y que se alejo después hasta uno de los refrigeradores en las paredes para tomar una botella de agua. La zona donde supuestamente la mujer debió tomar la botella, se veía completamente oscurecida, y no se pudo ver nada. El guardia volvió a acelerar un poco la grabación, pero ésta fallo y se congelo. Los agentes se frustraron y casi gritaban al guardia que solucionará el problema, pero simplemente no se podía reproducir aquel fragmento. El guardia y el cocinero explicaron que las cámaras usualmente faltaban porque eran algo obsoletas y que, desgraciadamente, ver ese fragmento sería algo imposible.

Después de haber recuperado el ritmo la grabación, se podía ver al guardia caminar con normalidad. Ambos explicaron sus últimos momentos con la mujer: el cocinero no la vio despedirse y pensó que había ido directamente a su habitación por el cansancio, el policía dijo haber escuchado el elevador activarse y que ello fue suficiente para saber que la mujer había regresado a su habitación. No había visto a nadie mas bajar ni por el elevador o las escaleras como para sospechar. Finalmente, cambiaron a la cámara del tercer piso, pero nuevamente la imagen se congelo y el guardia comenzó a sudar debido a la pena mientras su compañero le miraba con una mueca burlona. Nuevamente la toma volvió, pero solamente para enfocar como la puerta de la habitación 17 cerrándose. Ambos agentes pidieron detenera grabación en ese momento y extendieron la toma para observar a la puerta.

—Carajo, son guantes de nitrilo...—mencionó Salvador.

—Es lo que veo...—añadió Katlyn con el rostro estresado. Se pasó la mano por la frente y el cabello—. ¿Puede acelerar todo hasta la madrugada? ¿Recuerda si alguien salió?

—¡Ah, tiene razón!—gritó el guardia y aceleró hasta las cuatro de la madrugada—. ¡Aquí!—apuntó a uno de los monitores—. La única persona que ví antes que a todas las demás salir, fue a ese hombre del apartamento 16, frente al 17. Esa sudadera es irreconocible. Ahí se nota claramente como le dirijo la palabra y el ni siquiera voltea a mirarme, solamente sale del edificio supuestamente para ir a trabajar temprano—añadé el guardia con una mirada y tono de voz animados.

Finalmente, Katlyn tomo su comunicador, presionó el botón al costado del objeto.

—Aquí la agente Katlyn, hemos encontrado una gran pista que podría ligar a un inquilino como sospechoso—dijo poniéndose el comunicador casi en su rostro.

A los segundos, recibió una contestación que informaba que su descubrimiento podía esperar, porque los agentes alrededor del hotel habían descubierto entre las bolsas de basura un par de botas con manchas de sangre.

***********

Sus compañeros llegaron con las botas como evidencia y al inspeccionarlas, no pudieron evitar que los curiosos husmearan. Entre ellos, el policía y el cocinero estaban pasando entre la gente. Las botas eran gruesas, posiblemente para trabajar bajo cierta clase de condiciones. La sangre se había secado. Cuando finalmente el par de amigos estaban cerca, levantaron la voz en un quejido de asombro que hizo al resto de husmeantes girar y dejar un espacio por dónde ellos pasaron. Confirmaron las sospechas de la agente Katlyn con su comentario: las botas pertenecían a un trabajador de cierta empresa de maquinaría pesada. En un pequeño bordado en el talón de la misma se podía ver el logotipo. Pertenecía al inquilino de la habitación 16; era el único que salía a trabajar antes que todos, y ahora, como un ajuste perfecto, era de los pocos inquilinos que no estaban presentes.

Rápidamente Katlyn y Salvador acudieron ante el inquilino. Tocaron la puerta, pero no hubo respuesta. Esperaron en silencio mientras, mirando ligeramente detrás suyo, podían ver a los forenses revisando y andando de aquí y allá por la habitación 17. Volvieron a tocar, y está vez Salvador logro percibir movimiento dentro. A los pocos segundos, la puerta se abrió dejando salir un olor a cigarro y desnudando la figura de un hombre gordo y achaparrado. El sujeto tenía puesta una pijama y sus ojos, de alguien recién despierto, se abrieron de golpe al ver a los oficiales al otro lado.

—¿P-pasa algo?—preguntó poniéndose erguido.

—Necesitamos inspeccionar su habitación y que nos responda algunas preguntas. Ha sido decretado como potencial sospechoso del crimen de su vecina en la habitación de enfrente—respondió Katlyn y se hizo a un costado para dejar ver al hombre la escena y a los forenses.

El hombre estaba evidentemente atemorizado cuando el par de agentes se recargaron en las paredes de su habitación luego de revisar finalmente la habitación por completo y no encontrar nada. Mantenían sus sospechas observando el sudor y la expresión ansiosa del hombre. Le comunicaron sobre la situación y el hombre a veces lanzaba comentarios subidos de tonos respecto a, como decía el, "bruja judía al costado", y ello solo hacia que los agentes sospecharan más. Hablaron sobre la evidencia de las botas, y tras mostrar un par de fotografías que habían sacado con sus celulares el hombre quedó petrificado: las botas eran definitivamente las que a diario usaba para ir a trabajar, aunque aún así, no se podía explicar absolutamente nada de lo que sucedió o porque razón el sería sospechoso. Trato de dispersas sus sospechas al relatar su día entero anterior, pero los agentes mantuvieron el escepticismo, y el hombre cada vez estaba más ansioso. Y como culminando esa emoción y marcando un punto decisivo, todo exploto cuando, entre la puerta de seis paneles de color cobre, Salvador alcanzó a reconocer lo que parecía ser un buzón, pero estaba demasiado bien pintado que parecía casi ser parte de la puerta. Por alguna extraña curiosidad, Salvador se alejó de Katlyn y el inquilino, abrió el buzón con curiosidad y gracias a la ligera luz, que se filtraba desde la ventana, que golpeaba directamente sobre la puerta, logro ver un objeto brillante en el fondo del buzón. Al sacarlo, llamo con algo de nerviosismo y decepción a Katlyn.

La navaja ensangrentada brillo frente al inquilino, cargada por uno de los forenses mientras la guardaban en una bolsa de evidencia. El inquilino, ahora esposado, estaba tan perdido en la impresión que no tenía palabras que expresar, ni siquiera alguna emoción en su rostro. Los demás inquilinos lo veían con despecho y lanzando comentarios ofensivos mientras andaba por el lugar hasta que fue finalmente bajado por el elevador. La noticia se disparó a oídos de todos, y una gran turba se había formado en el lobby e incluso fuera del hotel. Los agentes calmaron a la gente y subieron al sospechoso a la patrulla. En tan solo diez minutos la zona se fue vaciando y finalmente los agentes desaparecieron del lugar.