El guardia y el cocinero se sonrieron el uno al otro una vez llegada la noche. Ambos podían descansar finalmente y así lo hicieron. Se movieron en la penumbra del lobby hasta sentarse uno al lado de otro en uno de los tantos bancos de espuma. Agradecían que las cámaras únicamente fueran para vídeo y no audio y vídeo.
—¿Qué tal la conversación con meatboy?—preguntó el cocinero mientras ofrecía un pedazo de chocolate al guardia.
—Todo salió con naturalidad. Dice estar orgulloso de nosotros por nuestro apoyo.
—Es increíble que esas grabaciones modificadas hayan hecho caer a los agentes. Quizá si hubieran prestado más atención y no hubieran sido interrumpidos por la noticia de las botas habríamos acabado mal. Aún me da algo de ansiedad pensarlo...—dijo el cocinero y metió un pedazo de chocolate a su boca.
—Lo sé, lo sé, pero todo está bien ahora. Meatboy finalmente elimino a esa judía millonaria, habrá que esperar las noticias y lo que dirá si esposo. Cómo sea, y reitero, él está orgulloso de que hayamos apoyado brindando información sobre la localización de la mujer y sobre los horarios del hotel—el chocolate comenzaba a derretirse en sus manos y rápidamente lo metió a su boca.
Ambos comieron su chocolate, el sabor amargo recorría sus encías y lengua y dejaba sus bocas totalmente babosas y pegajosas.
—¿Y que hay de la habitación y las evidencias? Si lo descubren nosotros también terminaremos en la misma...
—¡No pasa nada!—exlcamó el guardia y dió unas palmadas de de compañerismo al cocinero—. Meatboy estaba preparado, aunque solo nos dijo que usaría las botas del otro tipo para inculparlo, parece que estaba más que preparado. Me dijo que la ropa, la navaja, la computadora, ¡absolutamente todo! era ajeno a él. Y vimos más que claro que tampoco dejaría ninguna evidencia de ADN en las cámaras cuando le vimos con esos guantes de nitrilo.
El cocinero hizo un sonido nasal y confortado por la respuesta de su compañero, ambos regresaron finalmente sus puestos.
A la mañana siguiente, el guardia se había encargado de eliminar el historial de cada computadora en el lobby para eliminar todo rastro de su complicidad al ser un espectador de las torturas que cometió meatboy a aquella judía adinerada. Incluso río de forma nasal al recordar la expresión de la mujer mientras meatboy cortaba sus pezones con la navaja. Finalmente, dió las cintas de vídeo de ese día al cocinero, y él, por su parte, se encargó de echarlas en medio del desperdicio. La arrojo dentro del camión de basura recibiendo con jovialidad al conductor y recolector y finalmente vio como la cinta era molida y aplastada junto a la basura. Nadie sospecharía nada ahora que supuestamente tenían a meatboy preso, y su jefe se sentiría aliviado hasta el punto que las grabaciones de ese día no le serían ni siquiera algo banal.
* * *
Meatboy se había encargado de salir del hotel sin dejar ninguna prueba o evidencia sobre él. En las noticias, vio con éxito que su disfraz había sido un éxito y que había logrado que apresaran al vecino. Luego de unos minutos, la anhelada noticia llegó y el sonrió a la pantalla dando a la par una palmada a su muslo. El esposo de aquella mujer, dueño de una empresa de dulces nacionales pero secretamente un manipulador y magnate de hidrocarburos, estaba frente a las cámaras con el rostro totalmente sombrío. Con cada declaración dada con su burdo sentimentalismo meatboy sonreía y emitía un sonido nasal. Finalmente había consolidado su primer delito en la web oscura después de semanas de haber estado anunciado que asesinaría a la mujer de Milken Ohm por los foros hasta que recibió ayuda por parte de aquellos morbosos que deseaban ver algo de justicia en su saber sobre los movimientos egoístas de su marido.
Milken Ohm se despegó de su asiento y fue seguido por las cámaras hasta que logro subir a su vehículo junto a sus guardaespaldas. Meatboy apagó la televisión volviendo a su rostro sereno y considerando sus siguientes movimientos en el país, aunque principalmente debía moverse por Philadelphia antes de que la búsqueda se volviera algo incesante en caso de que descubrieran antes de tiempo que aquel inquilino era inocente. Dejo el apartamento de mala muerte en aquel hotel de misma reputación y lleno de drogadictos, y metió en los bolsillos de su oscura sudadera de nylon únicamente lo necesario: la billetera con los $2000 dólares en efectivo que robo de la mujer y sus identificaciones. En el bolsillo interno de la sudadera, coloco el silenciador de su arma, y ésta última la metió dentro de su mochila cruzada. Debido a lo holgado de su sudadera la mochila pasaba ligeramente desapercibida, aunque no si se miraba con suficiente detenimiento. Dió un bostezo mientras esperaba un taxi. Para el otro día debía estar alejado de la zona.