—¿Te atreves a pegarme, viejo decrépito? ¡Ojalá mueras de una muerte horrible! —Huang Lili seguía gritando y maldiciendo mientras la sacaban los demás.
—¿Todavía me estás maldiciendo? —El abuelo Shunde la miró furiosamente. Se remangó las mangas y se preparó para avanzar.
Cai Youliang y los demás corrieron aún más rápido al ver eso. Salieron de la mansión y en sus coches.
—Solo espera, viejo decrépito. ¿Quieres darle tu dinero a esa mujer sucia? Déjame decirte, no hay ninguna posibilidad en el infierno. Me aseguraré de que ella no reciba ni un centavo —Huang Lili seguía gritando.
Los autos arrancaron y se alejaron apresuradamente.
Mientras tanto, los aldeanos ya se habían alejado. Susurraban entre ellos mientras miraban curiosamente al abuelo Shunde.
—¿Por qué no se cae el abuelo Shunde todavía? ¿No es solo un episodio de lucidez terminal?
—¡Esto es un milagro!
Todos se sorprendieron al ver que el abuelo Shunde no parecía que fuera a morir pronto.