Eran las ocho y media cuando llegó a casa.
Tang Hao se sentó en la sala de estar, sacó su tableta y navegó por las noticias.
Esa era su rutina diaria. Si no tenía un negocio importante, leía las noticias sobre Imágenes Haotian o Entretenimiento Tianze.
Después de un rato, su teléfono sonó.
Tang Hao lo notó y rápidamente lo recogió.
—¡Lil Tang! —la encantadora voz de Qin Xiangyi llegó desde el otro lado del teléfono.
—¡Llegaste bastante temprano hoy! —dijo Tang Hao.
—¡Acabo de llegar a casa y me he duchado! —dijo Qin Xiangyi y bostezó—. Estoy un poco cansada hoy. He ido a muchos lugares para investigar sobre un nuevo sitio para la fábrica.
—¿Lo has encontrado? —preguntó Tang Hao.
Qin Xiangyi le había mencionado que quería mudarse a una fábrica más grande para aumentar la producción y poder iniciar su propia marca de diseño.
Ese era su sueño desde que era joven.
Naturalmente, Tang Hao lo apoyaba plenamente.