Salvando Merrica

—¡Boom!

El coche atravesó el puesto de control y aceleró.

—¡Detente! —gritaron unos pocos soldados detrás de Tang Hao. Levantaron sus armas y dispararon hacia la parte trasera del coche.

Sin embargo, el coche era demasiado rápido. Desapareció de su campo de visión en un abrir y cerrar de ojos.

Tang Hao pisó el acelerador y empujó el poder de los talismanes de jade hasta sus límites. El coche se disparó hacia la base militar como una bala de cañón.

Alguien en la base notó el coche y todos gritaron de shock.

—¿Qué es eso?

—¡Oh, Dios mío! ¡Es un coche!

Sus ojos casi se salieron de sus órbitas.

—¿Es realmente un coche? ¡Parece más un cohete!

Corrían en todas direcciones. Era una escena caótica.

Tang Hao saltó por la ventana del coche. En el siguiente instante, el coche chocó contra la base y creó una explosión impresionante.

Tang Hao había acumulado muchos explosivos en el coche. Ese choque también había detonado los explosivos dentro.