—Clarence, ¿estás libre ahora? —preguntó Ricardo.
—Sí. ¿Qué sucede? —Clarence asintió y dijo.
—Espero que puedas guardar lo que te voy a decir para ti mismo.
—Está bien.
—Clarence, estoy en problemas. Tuve un accidente de coche cuando volvía. Pasé muchas dificultades antes de conseguir regresar a mi compañía. Luego, mi secretaria me preparó una taza de café. Quién iba a saber que la taza en realidad explotaría y me cortaría la mano.
—Decidí que mi compañía en este momento no era segura. Así que me preparé para ir a casa. Lo que vino después fue que mi ascensor en realidad se averió, y terminé atrapado en él durante más de una hora...
—Ahora, encuentro que las cosas toman un giro extraño a mi alrededor. Clarence, ¿podrías por favor venir a mi compañía?
—A-Acordado —Clarence asintió y le dio su palabra.
—¿Quién era? —Después de colgar, Miranda preguntó.