La Vergüenza de Miranda

Clarence siguió el sonido hasta la cocina, solo para ver a Miranda agachada en el suelo, luciendo un poco angustiada.

También había una sartén volteada en el suelo.

Miranda llevaba un par de pantalones cortos. Sus piernas justas y hermosas estaban expuestas, y tenía una quemadura en la pantorrilla.

Clarence corrió a apagar el gas y levantar a Miranda del suelo.

—¿Qué estás haciendo? —Miranda le resistía un poco.

Clarence la ignoró. Colocó un brazo alrededor de la diminuta cintura de Miranda, envolviendo el otro alrededor de sus piernas. Salieron de la cocina y puso a Miranda en el sofá.

Sacó hielo del refrigerador y sacó aceite medicado y yodo.

Clarence se agachó a los pies de Miranda mientras una mano tomaba su hermosa pierna. Su piel estaba fría, suave y tan suave como la seda.

Clarence sintió una extraña sensación apoderarse de él.

Sin embargo, frotó un poco de yodo y aceite medicado en su pierna sin pensarlo más.

—Ah... Ouch.