—¡Maestro Howard! —exclamó alguien.
—¿Qué ocurrió? —preguntó Clarence, confundido.
Una multitud de personas entró a la habitación, mirando nerviosamente a Clarence.
Clarence estaba sentado en la cama, su cabeza y cuerpo empapados en sudor.
—¡Todo había resultado ser tan solo un sueño! —se dio cuenta para sus adentros.
Sin embargo, el sueño había sido demasiado real.
Roger entró y sonrió a Clarence.
—Maestro Howard, ¿cómo se siente? —preguntó.
—Estoy bien —Clarence se sacudió la cabeza, aún conmocionado.
Miró a la multitud.
—¿Cuánto he dormido? —indagó.
—Tres días enteros —respondió alguien.
Durante los últimos tres días, la familia Reed había dormido muy poco, listos para proteger a Clarence en caso de que Dom atacara.
—Todos desde el Salón Trece han venido a visitarte. Tu novia Cecilia ha venido todos los días, pero me preocupaba por tu seguridad, así que la enviaba de regreso cada vez —dijo Roger.