Guardado

Kate asintió, sin necesidad de pensarlo—. ¡Lo hago!

Roger miró a su hija con preocupación—. Katie, tú...

Kate sacudió la cabeza—. Papá, basta. Bill murió tratando de salvarme. Lo salvaré, incluso si tengo que renunciar a veinte años de mi vida para dárselos a él.

—Tú...

Roger suspiró con reluctancia—. Oh, está bien.

Miró a Clarence de nuevo—. Maestro Howard, ¿qué podemos hacer por usted?

—¿Necesita algo? ¡Lo tendremos listo enseguida! —exclamó Roger.

Clarence echó un vistazo a la multitud—. No gracias. Solo esperen afuera.

—De acuerdo.

Sin más preámbulos, Roger instruyó a todos para que dejaran la sala y rodearan la puerta, asegurándose de que nadie pudiera acercarse y molestar a Clarence.

Clarence miró a Kate y dijo en voz alta:

— Acuéstate al lado de Bill.

Kate hizo lo que él dijo.

Clarence se acercó y tocó la cintura de Kate—. ¿Qué haces? —Kate estaba shockeada—. ¿Se estaba aprovechando Clarence de ella?

Clarence sonrió—. Quiero tomar prestada tu daga.