Vaan era sacudido sin peso, pero no intentó resistirse. Entendió que Astoria no lo hacía a propósito.
No era difícil adivinarlo por su rostro completamente desconcertado.
Astoria intentó calmar su nerviosismo. Pero cuanto más fuerza ponía en controlarlo, más sacudía a Vaan.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Vaan se estrellaba repetidamente contra el suelo, rompiendo las baldosas y las tablas de madera. Las mesas y sillas cercanas también se destrozaron.
Aunque no resultó herido, causó bastante disturbio.
…
Fuera de la finca del lord, Beth y Annette continuaban atadas al suelo por los zarcillos y las vides de Aeliana.
—¿Debemos huir mientras nadie nos presta atención? —sugirió Annette.
—¿Huir? —Beth giró su cabeza y miró a Annette antes de preguntar—, ¿Huir a dónde? Estamos atrapadas por la barrera de llamas.