Isaac entró al aula y caminó hasta su asiento, que está ubicado en el último escritorio de la primera fila. Mantuvo la cabeza baja durante el trayecto y se sentó en silencio. Giró su cuerpo a la mitad y abrió su mochila. Agarró un cuaderno azul y lo puso suavemente sobre el escritorio. El aula estaba medio llena, con la mayoría de los estudiantes pasando el rato con sus amigos. Pocos echaron miradas a Isaac y se sorprendieron al verlo en el aula tan pronto. Todavía quedaban unos 10 minutos antes de que la clase comenzara, y usualmente, Isaac estaría con sus amigos. Isaac agarró un lápiz y comenzó a escribir en el cuaderno. Sus movimientos parecían fluidos y precisos; era como si el lápiz fuera otro miembro de su cuerpo. Después de terminar de escribir la primera página, miró el reloj y vio que quedaban 5 minutos. Se levantó y, bajo las miradas sorprendidas de todos, caminó hacia la primera fila.