—Haahhh… Haaahhh… —la cara de Isaac estaba caída con pequeñas gotas de sudor resbalando por su rostro.
—Aquí. —Sebastián se detuvo frente a él y le ofreció una botella de agua.
—G-Gracias… —Isaac la tomó con gratitud, y una vez que se quitó la tapa, empezó a beber el agua fría.
—Haahh… —se limpió los labios y se veía mucho más refrescado.
—¿Cuánto tiempo llevas haciendo ejercicio? —Sebastián preguntó mientras seguía recordando la escena anterior y estaba seguro de que era imposible de lograr en un año, pero al ver el cuerpo algo delgado de Isaac, sintió curiosidad.
—6 a 7 años, supongo —respondió Isaac y tomó otro sorbo de agua.
—¿Qué? —Sebastián ensanchó los ojos en shock. No esperaba ese tipo de respuesta.
Isaac sonrió con ironía y dijo:
—Sí… Lo sé.
—¿Cómo? —Sebastián estaba realmente curioso de cómo el cuerpo de Isaac aún se veía así.
Él se encogió de hombros y respondió:
—Ni idea.