Un jardín sereno y hermoso flotaba en el espacio exterior. El jardín parecía ser su propio mundo que giraba alrededor del Mundo de Blanco.
El jardín era impresionante, con flores floreciendo bajo la suave luz solar. Había un pequeño estanque con peces dorados y peces de color plateado. Un suave zumbido llenaba el aire: alguien estaba cantando con una voz celestial.
Una belleza celestial con cabello plateado cristalino regaba suavemente las plantas. Llevaba un vestido plateado que dejaba su espalda al descubierto, revelando su espalda suave y pura.
Las largas y plateadas pestañas de ella se movían suavemente arriba y abajo mientras parpadeaba suavemente en la brisa. Una expresión suave y delicada apareció en su rostro encantador. El vestido plateado enfatizaba la figura de reloj de arena de su cuerpo, que parecía ser demasiado santa para el toque de las manos de los mortales.
Ella era el Dios Primordial de la Tierra, Madre de toda Vida, Gaia.