Puerto Blanco.

Paso, paso, paso.

Arturo y el resto caminaban tranquilamente por el camino de piedra sin armas desenfundadas. El hermoso y creciente bosque los rodeaba.

Parecían relajados mientras Arturo tarareaba una alegre canción. Con un cielo azul y una brisa relajante, parecía el clima perfecto para una caminata.

Crack…

Entonces, apareció una grieta y, tras eso, una docena de siluetas saltaron de los árboles y soltaron las flechas de sus ballestas.

¡Swish!

—¡Jajaja, muere! —El Lunático se teletransportó detrás de Arturo y lanzó su puño hacia la médula espinal desprotegida.

Cuando el puño golpeó, la figura de Arturo desapareció como una nube fugaz. Las flechas golpearon a los cuatro hombres, pero sus cuerpos se desvanecieron como fantasmas.

—¿Eh? —Los Cazadores aterrizaron en el suelo con miradas de sorpresa.

—¿Ilusión? ¡¿Uno de ellos era el Embaucador?!