—¡Esta ya no es una cuestión de si es ese poder o no! —Dios Shiva se puso de pie y gritó—. ¡Él tiene el poder de Erebus!
—¡Ese bastardo! —Dios Zeus se levantó de un salto y convocó rayos en sus manos. Su rostro mostraba intención de matar. Solo había una cosa por hacer. ¡Matar al Señor del Submundo!
Sin embargo, una extraña sombra envolvió toda la sala. Siguiendo un frío, apareció una presencia detrás de ellos con una voz escalofriante:
—Deténganse...
—Erebus... —Dios Zeus frunció el ceño—. ¿Crees que puedes enfrentarnos a los dos?
Dios Shiva se giró, mirando directamente la oscuridad interminable. Podía ver una silueta oscura. Una figura anciana apoyada en un bastón los miraba con la mirada caída.
—Shiva y Zeus. Hmph, ustedes dos jóvenes deberían respetar a los ancianos. —Erebus salió de las sombras y golpeó su bastón en el suelo—. No toquen a mi sucesor. Si lo hacen, destruiré la realidad, aquí y ahora.