—Te ha llevado bastante tiempo.
Al escuchar su voz fría e indiferente, mi mente se quedó en blanco y por ese momento, me olvidé de todo el dolor por el que estaba pasando y me despejé un poco.
—¿C...cómo?
Pregunté incrédulo. Debido a la experiencia que acababa de pasar y a todos los gritos que hice, mi voz estaba extremadamente áspera. Apenas audible, pero el otro Ren entendió lo que intentaba decir ya que simplemente me miró con una expresión fría e indiferente.
—Es todo gracias a ti —dijo fríamente antes de quitar su codo del reposabrazos de la silla.
Poniéndose de pie y caminando por el lugar, solo podía seguirlo con la mirada ya que aún no podía mover mi cuerpo. Simplemente se negaba a obedecerme.
—Ren.
Mientras mis ojos estaban todavía clavados en el otro Ren, una voz familiar entró en mis oídos. Volviendo la cabeza, vi a Angelica mirándome desde la distancia.