—¡Gracias a todos por venir, y esperamos que hayan disfrutado del espectáculo!
Haciendo su pose característica, Sofía saludó a la multitud provocando que ovacionaran aún más fuerte.
Desafortunadamente para ellos, ya era el final del espectáculo, y por lo tanto, dándoles un último adiós, Sofía se dirigió rápidamente a los camerinos con su grupo.
Al entrar a los camerinos, Sofía se dejó caer en su silla y soltó un largo y cansado suspiro.
—Haaaa, estoy cansada.
—Dímelo a mí.
Desplomándose en la silla a su lado estaba Penelope, su otra compañera de grupo.
Tomando una toalla húmeda, cubrió sus ojos con ella y reclinó su cabeza hacia atrás.
—Uf, me duelen las piernas una barbaridad...
—Igual —Sofía respondió de acuerdo.
—...pero, ya estoy acostumbrada.
Levantando la toalla de su rostro y descubriendo sus ojos, Penelope la miró escépticamente.
—Deja de fingir, sé que no estás cansada en absoluto. Eres una de las estudiantes estrella en El Cerradura, no necesitas ser humilde.