Calidez [2]

Clank. Clank.

Durante la lenta apertura de las puertas del tren aéreo, una dulce voz flotaba en el aire.

[Has llegado a la estación]

—Ya estamos aquí, vamos.

—Está bien.

Levantándose, Eduardo fue el primero en salir del tren. Levantándome de manera similar, miré a Liam, que estaba sentado en el asiento al lado mío.

—¿Vas a estar bien solo?

—Ningún problema.

Entrecerré los ojos.

Él asintió.

—...¿Seguro?

—Seguro.

—De acuerdo entonces.

Con un casual encogimiento de hombros, le mostré mi teléfono.

—En caso de que olvides dónde se supone que debes estar, todavía puedes llamar a mi número. Bueno, eso es, por supuesto, a menos que también olvides eso, en cuyo caso no podré ayudarte en absoluto.

—Debería estar bien.

—Si tú lo dices.

Terminando mi bebida y dejándola sobre la mesa, me despedí de Liam y salí del tren.

—Está bien, nos vemos.

—Adiós.

Beep. Beep.