—¿Quién era Wei Wuyin?
—¿Quién era Long Chen?
Estas dos preguntas estaban en la mente de la élite presente hoy, y especialmente la pregunta principal en la que Na Xinyi tuvo que reflexionar profundamente. Sus ojos empanados y ligeramente vidriosos revelaban el torbellino de confusión que era su mente.
Durante todos estos años, casi doce años, albergó un odio absolutamente intenso hacia aquellos responsables de cazar, asesinar y esclavizar a sus hermanos y hermanas mayores y menores, y a sus ancianos. Toda su secta se había derrumbado hasta no ser más que un mero recuerdo en la memoria de otras personas.
En aquel momento del rápido declive de su secta, odiaba al mundo por su debilidad y juró venganza contra los responsables. Pero era demasiado débil, y todo lo que podía hacer era huir por insistencia de sus compañeros de secta. Se fue con esos civiles y ancianos mortales incapaces de luchar, con unos pocos guerreros para protegerlos. No duraron mucho.