—Reinaba el silencio en el mundo mientras numerosos individuos miraban a su alrededor, unos a otros, a las palabras sobre el cielo, o a la hermosa mujer que, parada confiadamente en el escenario, irradiaba un aura excepcional. No eran muchos los que conocían a Qing Qiumu, en su mayoría limitados a la Secta Monarca del Miríada debido al incidente de su casi muerte por ejecución pública. A pesar de eso, cualquiera con ojos y algún conocimiento podía determinar con facilidad que ella era cualquier cosa menos ordinaria.
—Así, nacía el silencio.
—¿Quién emprendería el acto de desafiar a esta belleza?
—Qing Qiumu en realidad no estaba tan calmada y serena como parecía a los demás. Su corazón latía como mil caballos en la pista, y una especie de excitación palpitante mezclada con un temor espantoso impregnaba cada fibra de su ser. Este no era un evento normal ni un combate amistoso contra aliados, sino una lucha contra élites talentosos —incluso la muerte era posible.