—¿Eres tú el que? —Las palabras de Lin Ziyan, aunque casi completamente desnuda, con ojos llorosos, podrían ser fácilmente malinterpretadas.
—No te violé, si es a lo que te refieres —respondió Wei Wuyin con calma. Nunca había sido de los que se pánico frente a una acusación, ni lo haría, alguien que se mantiene fiel a sus sólidos principios y moral, jamás revelaría culpa por ninguna acción que hubiera hecho. Porque si decidía hacerlo, entonces era algo con lo que siempre podría vivir.
La única mancha en toda su vida era Na Xinyi. Y eso no era por el acto en sí, sin importar la situación, ningún cultivador masculino permitiría que una mujer con un Físico Yin de cualquier tipo escapara de sus garras. De hecho, era normal simplemente tomar su Yin Primordial por otros medios y matarla, un acto que sería similar a arrebatar el tesoro de alguien. Un acto demasiado familiar con la mentalidad del mundo de la cultivación de que el fuerte devora al débil.