Los 158 pasos eran meramente una etapa de entrada de la competencia. Eventualmente, cada candidato llegó a la cima y recibió la Bendición Semimortal, purificando sus cuerpos como resultado. A pesar de sus respiraciones entrecortadas y el orden en el que llegaron, ninguno de ellos se sintió abatido o incierto sobre sus posibilidades, todavía aferrándose firmemente a sus creencias de éxito. El éxito de que se convertirán en el próximo Niño Santo. Esto no era sin justificación, ya que la etapa de entrada solo probaba las calificaciones iniciales, no el verdadero factor determinante de ellas. Para los candidatos, incluso sabían que la presión basada en la edad corporal no era la medida adecuada del talento, e incluso el candidato de la Fase del Mar Mundial tenía una sonrisa de confianza al recibir la bendición.