Un mundo ilimitado de oscuridad infinita, ausente del más mínimo rastro de luz. Aquí no se permitía la esperanza, y el deseo interminable de moverse sin propósito ni razón desgastaba la alma en su esencia más vital. Esta oscuridad no estaba sola, acompañada por recuerdos vívidos de la memoria más aterradora que un cultivador pudiera poseer, hechos a medida para ellos.
Wei Wuyin perdió el ochenta por ciento de la cubierta exterior de su alma en cuestión de tres minutos, y esto lo afectó drásticamente. La cubierta exterior del alma era la conciencia existencial de un ser viviente. Definía quiénes eran, conectaba sus recuerdos, emociones y experiencias al núcleo del alma, dándole forma y creando individualidad.