La mente de la vendedora quedó en blanco cuando escuchó eso.
—¿Es tan rico?
—¿Qué crees? —le regañó el gerente.
—Ten cuidado en el futuro. No pienses que los clientes no pueden pagarlo solo porque son jóvenes. Esa es una lección para ti, ¿entendido?
—Entendido. No lo haré de nuevo —dijo la vendedora.
Después de comprar el reloj, Lin Yi condujo al apartamento de Song Jia.
Song Jia vivía en un pequeño apartamento unifamiliar. Era un apartamento tipo loft que medía más de 50 metros cuadrados.
Song Jia estaba vestida de manera informal, llevaba una camisa blanca larga con las piernas expuestas.
A primera vista, parecía que no llevaba pantalones.
—Director Lin, entra rápido. Hace tanto calor. Debes estar cansado —dijo Song Jia.
—No estoy cansado, compré el reloj para ti. Mira si estás satisfecha.
Song Jia tomó el reloj de Lin Yi y quedó impactada.
—De ninguna manera, esto es demasiado real. Si no me hubieras hecho la petición, habría pensado que era real.