La lengua de Ava danzaba a lo largo de la punta del pene de Dyon mientras sus senos lo sofocaban, saboreando su gusto.
Su corazón latía rápidamente, su cara se sonrojaba mientras comenzaba a entender realmente lo que estaba haciendo. —Este es el hombre que amo… Se merece todo de mí. Y se lo daré.
El corazón de Dyon se sentía como si estuviera siendo desgarrado en dos. No había un solo pensamiento de Ava que se le escapara. Quería usar su alquimia de red para cortar su circulación, tal como había hecho con Mithrandir, pero, parecía que nada le respondía.
Solo podía observar cómo los pezones rosados claros de Ava se frotaban uno contra el otro, encontrándose mientras rodeaban su eje.
El profundo escote de Ava era como un paraíso. El sudor de su piel, su saliva clara y pura, incluso sus sutiles gemidos mientras sus muslos se retorcían como si el placer de Dyon fuera suyo.