Delia estaba ajena a todas las conversaciones a su alrededor. La sonrisa en su rostro todavía no se había desvanecido mientras parecía estar perdida en su propio mundo de ensueño.
Recordó las largas horas de entrenamiento en su pico, pasadas con su querida hermana mayor y un chico larguirucho con cabello rubio arenoso.
Él siempre era tan educado y tímido, pero su comportamiento siempre cambiaba completamente cuando se trataba de cuidar su jardín. Cada pequeño detalle, desde quitarse los zapatos, pasar semanas planificando rutas de agua y distribución de plantas, hasta sus murmullos concentrados mientras hablaba consigo mismo sobre qué podía mejorar y qué había hecho mal.