Mismo Mal

Cerca del centro de la Tierra Sagrada Belmont, Dyon, el Patriarca Ragnor y el Anciano Daiyu caminaban por los campos de hierba.

Cuanto más se acercaban a la mano, menos eran capaces el Patriarca Ragnor y el Anciano Daiyu de mantener la compostura. Había pasado mucho tiempo desde que el Anciano Daiyu perdió su despreocupación, ya que se hacía cada vez más difícil caminar y respirar. Sin embargo, su objetivo no era alcanzar la mano en sí misma: eso sería nada menos que suicidio.

Su destino había sido intencionadamente colocado. Tenía que estar lo suficientemente cerca de la entidad para significar algo, pero también lo suficientemente lejos para que pudieran desempeñar su papel sin morir.

Remolinos de llamas rojas y azules danzaban en las palmas del Anciano Daiyu, actuando aparentemente como guías. Solo apuntaban en la misma dirección al mismo tiempo cuando miraban en la dirección correcta.