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Después de su sorpresa inicial, la claridad regresó a los ojos de los dos ancianos.

—La ira es inútil para ti aquí —dijo el Anciano Daiyu calmadamente. A pesar de su aspecto exterior, olas de choque se agitaban en su corazón.

La única razón por la que pudo protegerse del miedo a esta entidad no solo fue por la distancia entre ellos y ella, sino también porque había sentido el pináculo de lo que significaba estar justo al lado de ella… Nunca olvidaría ese momento.

Él, como un experto en el pico de la Formación Dao, un mero paso de convertirse en un medio paso trascendente, había caído de inmediato de rodillas…

La entidad no había lanzado ninguna técnica, no había manifestado su aura o dominio… No, todo lo que había hecho fue dirigir una mirada sobre el Anciano Daiyu, y él se derrumbó en un instante…