Volviendo al Desierto

—No te pediré que lo hagas gratis. Si entrenas conmigo, te pagaré por tu tiempo —dijo entonces Helia.

—Ahora sí estamos hablando. ¿Cuánto me vas a pagar? —Leo se interesó de repente más en su oferta.

—¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Artefactos?

—Núcleos de maná —dijo tranquilamente—. Cuanto más alta sea la calidad, mejor.

—Entiendo. Te pagaré en núcleos de maná —Helia asintió.

—Sígueme. Te llevaré a mi área de entrenamiento —dijo Leo mientras salía de la cafetería.

Un rato después, llegaron a las habitaciones de Eva.

—Esto es… ¿No es aquí donde vive la Directora? ¡Incluso a los profesores se les prohíbe venir aquí! —exclamó Helia al darse cuenta de adónde la llevaba Leo.

—Sí, y actualmente vivo y entreno aquí —dijo Leo con calma.

«...», Helia se quedó sin palabras.

¿Hasta qué punto la Directora lo está mimando?

Sin embargo, no culpaba a Eva por mimar a Leo, especialmente considerando sus talentos. Si ella estuviera en el lugar de Eva, también lo mimaría.