Berengar despertó junto a los brazos de su hermosa amante y con un dolor de cabeza agudo. Había bebido demasiado con los chicos la noche anterior, pero era una celebración por la victoria y, por lo tanto, él sentía que sus acciones estaban justificadas.
Por lo tanto, se levantó de la cama y decidió tomarse las cosas con calma hoy. Un día libre de ejercicio intenso no le haría el menor daño, aunque nunca permitiría que tal inactividad se convirtiera en una ocurrencia habitual.
Linde despertó poco después que él y colocó sus brazos alrededor de su cuerpo mientras mordisqueaba su cuello, dándole al joven una marca de amor. Era su manera de marcar su territorio y ahuyentar a los posibles depredadores de su hombre. En otras palabras, era un regalo para Adela. Berengar se rió de lo posesiva que estaba la chica esta mañana y lo desestimó como tonterías.