Declaración de Guerra

En ese momento, Berengar se encontraba sentado en el asiento del poder dentro del Castillo de Kufstein, escuchando a los asesores de su padre discutir sobre asuntos triviales. Comenzaba a sentir el deseo de volarse los sesos con una de sus pistolas si aquella conversación atrofiada continuaba por más tiempo. Durante las últimas dos semanas, Berengar había estado inmerso en una guerra de intrigas con su vecino, el Barón de Kitzbühel.

Lo que comenzó como una simple incautación de bienes bajo una investigación fraudulenta rápidamente se convirtió en repetidos actos de sabotaje, con Berengar imponiéndose sobre Guntrum en cada uno de los encuentros. En este punto, Berengar comenzaba a aburrirse de lo fácil que resultaba superar a Guntrum en la pequeña guerra de intrigas que estaban librando.